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resultaba fácil controlar todo lo que comía. Si yo pedía más comida por mi

cuenta, el tiempo de ejercicio físico aumentaba automáticamente, para

compensar el exceso de calorías. Se trataba, en efecto, de un software sádico.

Pero funcionaba. Los kilos empezaron a desaparecer y, transcurridos

unos meses, había alcanzado una forma física casi perfecta. Por primera vez

en mi vida tenía el vientre plano y músculos. Además, me sentía con el

doble de energía que antes y me enfermaba mucho menos. Cuando concluyó

el período de dos meses y se me dio la opción de desactivar el compromiso,

decidí mantenerlo. En ese momento, el ejercicio físico formaba parte de mi

ritual diario.

Una vez completada la tabla de pesas, me subí a la cinta.

—Iniciando carrera matutina —le dije a Max—. Pista Bifrost.

El gimnasio virtual desapareció. Me encontraba de pie sobre una pista de

carreras semitransparente, una cinta elíptica suspendida en una nebulosa

estrellada. Planetas gigantes, rodeados de anillos y lunas multicolores,

permanecían suspendidos en el aire, rodeándome. La pista se alargaba ante

mí, subía, bajaba y en ocasiones creaba espirales helicoidales. Una barrera

invisible impedía caer accidentalmente al abismo estrellado. La Pista Bifrost

era otra simulación autónoma, uno de los varios centenares de diseños de

pista almacenados en el disco duro de mi consola.

Cuando empecé a correr, Max activó la lista de reproducción de músicas

de los ochenta. Apenas empezó a sonar la primera canción, disparé de

memoria título, artista, álbum y año de lanzamiento. «“A Million Miles

Away”, The Plimsouls, Everywhere at Once, 1983.» Y me puse a cantar,

pronunciando bien la letra. Sabérmela bien, sin fallos, entera, podía salvarle

la vida a mi avatar algún día.

Cuando terminé de correr, me retiré el visor y empecé a quitarme el traje

háptico. Se trataba de una operación que había que ejecutar despacio, para

evitar dañar sus componentes. Mientras lo hacía, las almohadillas de

contacto emitían una especie de chasquidos al despegarse de mi piel y me

dejaban unas minúsculas marcas por todo el cuerpo. Después lo introduje en

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