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La mayoría de los juegos de la época generaba beneficios cobrando a los

usuarios una tarifa mensual de suscripción para poder acceder a ellos. GSS

sólo cobraba una vez, cuando se firmaba el contrato, y a cambio de

veinticinco centavos de dólar el usuario recibía una cuenta de Oasis que no

había que renovar nunca más. Los anuncios publicitarios insistían en ello:

«Oasis: el mejor videojuego jamás creado sólo cuesta veinticinco centavos.»

En una época de gran incertidumbre social y cultural, cuando casi toda la

población mundial anhelaba huir de la realidad, Oasis lo hizo posible de un

modo económico, legal, seguro y no adictivo (según estudios clínicos). La

crisis energética que se vivía contribuyó enormemente a la popularidad

desbocada de Oasis. Los altísimos precios del petróleo convertían en

prohibitivos los viajes en avión y en coche para el ciudadano medio y Oasis

se convirtió en la única vía de escape que la mayoría de las personas podía

permitirse. A medida que la era de las fuentes de energía baratas y

abundantes llegaba a su fin, la pobreza y las turbulencias sociales se

extendían como virus. Cada día eran más las personas con motivos para

refugiarse en la utopía virtual de Halliday y Morrow.

Cualquier empresa que quisiera abrir una oficina en Oasis debía alquilar

o comprar un local virtual a GSS. Anticipándose a la cuestión, la compañía

había reservado el Sector 1 como zona de negocios del simulador y había

empezado a vender y a alquilar millones de edificios de propiedad. En un

abrir y cerrar de ojos se erigieron centros comerciales del tamaño de

ciudades y por los planetas se propagaron, a una velocidad equiparable a la

de las grabaciones a cámara rápida en las que se veía cómo una naranja iba

cubriéndose de moho y se pudría en cuestión de segundos, escaparates

virtuales. El desarrollo urbano no había sido nunca tan fácil.

Además de los miles de millones de dólares que GSS ganaba vendiendo

una tierra que no existía, también se forraba ofreciendo objetos y vehículos

virtuales. Oasis se convirtió en una parte tan inseparable de la vida de la

gente que los usuarios se mostraban dispuestos a gastarse un dinero muy real

en adquirir accesorios para sus avatares: ropa, muebles, casas, coches

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