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0036

Cuando tu avatar muere, la pantalla no vuelve al negro enseguida. Lo que

ocurre es que tu punto de vista pasa, automáticamente, a una perspectiva

objetiva, de tercera persona, y te permite presenciar brevemente, desde

fuera, el fin de la existencia de tu avatar.

Una décima de segundo después de que oyéramos aquel atronador

estallido, mi perspectiva cambió y me encontré contemplando a nuestros tres

avatares inmóviles frente a la puerta abierta. Entonces, una luz blanca,

cegadora, inundó el mundo, acompañada de una pantalla de sonido

ensordecedor. Así era como siempre había imaginado verse atrapado en una

explosión nuclear.

Durante un breve instante, vi los esqueletos de nuestros avatares

suspendidos en el interior de los perfiles transparentes de nuestros cuerpos

inmóviles. Y acto seguido, la puntuación en mi contador de vidas se

desplomó hasta el cero.

El impacto se produjo un segundo después, desintegrándolo todo a su

paso; nuestros avatares, el suelo, las paredes, el propio castillo y a los miles

de avatares congregados a su alrededor. Todo se convirtió en un polvo fino,

atomizado, que permaneció suspendido en el aire durante un segundo, antes

de posarse sobre la tierra.

La superficie entera del planeta había sido arrasada. El área que rodeaba

el Castillo de Anorak, lleno hasta ese momento de avatares guerreros, se

había convertido en un erial árido y desolador. Todo y todos habían sido

destruidos. Sólo la Tercera Puerta permanecía en su sitio, un marco de

cristal que flotaba en el aire, sobre el cráter donde el castillo se alzaba un

instante antes.

Mi sorpresa inicial dio paso al temor cuando me di cuenta de lo que

acababa de suceder.

Los sixers habían detonado el Cataclista.

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