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la mayoría de aquellos mensajes no pasaba los filtros de defensa contra el

spam, lo colgué también en todos los muros de gunters que encontré.

Después grabé un vídeo breve de mi avatar leyendo el texto en voz alta, y lo

colgué en mi canal privado en modo de emisión sin fin.

La noticia se propagó rápidamente. En cuestión de una hora, nuestro plan

de asalto al Castillo de Anorak era la información principal de los canales de

noticias, con titulares como «Los gunters declaran la guerra total a los

sixers», «Los gunters mejor situados acusan a IOI de secuestro y asesinato»

e «¿Inminente fin de La Cacería por el Huevo de Pascua de Halliday?».

En algunas de las páginas de noticias ya habían empezado a emitir el

vídeo del asesinato de Daito que yo les había remitido, así como el texto del

informe de Sorrento. En ambos casos citaban una fuente anónima. Hasta el

momento, IOI había declinado ofrecer declaraciones sobre ninguno de los

dos. Sorrento sabría ya que, de algún modo, yo había tenido acceso a la base

de datos privada de los sixers. Me habría encantado poder verle la cara en el

momento en que hubiera sabido cómo lo había logrado, que había pasado

una semana entera unas pocas plantas por debajo de su oficina.

Dediqué las horas siguientes a equipar a mi avatar y a prepararme

mentalmente para lo que estaba por venir. Como me sentía agotado y se me

cerraban los ojos, decidí echar una cabezada mientras esperaba a que llegara

Hache. Desactivé la función de desconexión automática de mi cuenta, y me

eché hacia atrás en la silla háptica, tapado con mi chaqueta nueva, a modo de

manta, sosteniendo con fuerza la pistola que acababa de comprar.

Me desperté sobresaltado, poco después, al oír la llamada de Hache, que

me informaba de que ya estaba afuera. Me levanté de la silla, recogí mis

cosas y devolví el equipo en el mostrador. Al salir a la calle me di cuenta de

que había anochecido. El aire polar cayó sobre mí como un cubo de agua

helada.

La diminuta casa rodante de Hache se encontraba aparcada a pocos

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