02.08.2021 Views

ready-player-one-ernest-cline

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ochenta. Crime Fighters, Heavy Barrel, Vigilante, Smash TV. Y noté que mi

avatar era atraído hacia un juego en concreto, un juego que se situaba alejado

de los otros, al fondo de aquel cuarto.

Black Tiger. Capcom, 1987.

En el centro del monitor del juego se había creado un remolino que

chupaba desperdicios, vasos de papel, zapatos de bolos; todo lo que no

estaba clavado al suelo. Incluido yo. Cuando mi avatar se acercó más, yo,

deliberadamente, alargué la mano y agarré el joystick de una máquina de

Time Pilot. Al instante, mis pies se levantaron del suelo mientras el

remolino seguía atrayendo a mi avatar, inexorablemente, hacia él.

Para entonces yo casi no podía reprimir una sonrisa de impaciencia.

Podría haberme dado incluso unas palmaditas en la espalda, porque

dominaba, desde hacía mucho tiempo, el juego Black Tiger; concretamente

desde el primer año de La Cacería.

Antes de su muerte, cuando Halliday vivía recluido, lo único que

aparecía en su página web era una breve animación sin fin que mostraba a su

avatar, Anorak, sentado en la biblioteca de su castillo mezclando pociones y

consultando polvorientos manuales de hechicería. Aquella animación se

había ido repitiendo durante una década, hasta que, la mañana en que

Halliday murió, fue sustituida por La Tabla de Puntuación. En aquella

animación, colgada de una pared, tras Anorak, se distinguía el cuadro grande

de un dragón negro.

Los gunters habían inundado con innumerables mensajes teorías sobre

aquel cuadro, sobre lo que quería decir ese dragón negro, si es que

significaba algo. Pero yo lo había tenido claro desde el principio.

En una de las primeras entradas de su Almanaque de Anorak, Halliday

había escrito que cada vez que sus padres se peleaban, él salía a escondidas

de su casa, se montaba en su bici y se trasladaba hasta la bolera de su barrio

para jugar a Black Tiger, porque le bastaban veinticinco centavos para pasar

un buen rato jugando. AA 23:234: «Por veinticinco centavos, Black Tiger me

permite escapar de mi miserable existencia durante tres horas gloriosas. Una

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!