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O tal vez hubiera entrado en un estado de estupor catatónico. No era

probable que le apeteciera hablar con nadie en ese momento, y mucho menos

conmigo.

De todos modos, la llamé. Pero como de costumbre, no me contestó.

Como necesitaba desesperadamente oír una voz conocida, recurrí a Max.

En el estado en el que me encontraba, incluso su voz superficial generada

por ordenador me sirvió de cierto consuelo. Pero, por supuesto, Max no

tardó en quedarse sin respuestas preprogramadas y, cuando empezó a

repetirse, la ilusión que me había producido pensar que estaba conversando

con otra persona se disolvió al momento y me sentí todavía más solo.

Cuando tu mundo entero se va a la mierda y la única persona con la que

puedes hablar es una aplicación de agente de sistemas, sabes que estás

jodido, muy jodido.

Como sabía que ya no iba a poder dormir, me puse a seguir los canales

de noticias y a revisar los muros de los gunters. La flota de sixers seguía en

Frobozz y sus avatares seguían recogiendo copias de la Llave de Jade.

Era evidente que Sorrento había aprendido de su error anterior. Sólo los

sixers conocían la ubicación de la Segunda Puerta, no iban a ser tan tontos

como para revelarla al mundo entero, impidiendo el acceso con su ejército.

Aun así, seguían sacando partido de la situación. A medida que la jornada

avanzaba, algunos avatares de sixers franqueaban la Segunda Puerta.

Después de Sorrento, diez sixers más la atravesaron en las veinticuatro horas

siguientes. Cada vez que lo hacían obtenían doscientos mil puntos, y los

nombres de Art3mis, Hache, Shoto, además del mío, eran empujados hacia

posiciones inferiores de La Tabla, hasta el punto de que, a partir de cierto

momento, dejamos de ocupar cualquiera de las diez primeras posiciones. La

página principal de las puntuaciones estaba ocupada en su totalidad por los

números de empleado de los sixers.

Los putos amos eran ellos.

Y entonces, cuando ya me había convencido de que las cosas no podían

empeorar, empeoraron. Empeoraron mucho. Muchísimo. Dos días después

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