02.08.2021 Views

ready-player-one-ernest-cline

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

real. Cara a cara. Pero no se lo decía. Estaba seguro de que ella sentía algo

profundo por mí, pero también me mantenía a distancia. Por más que yo le

revelara cosas de mí —y acabaría revelándoselo casi todo, incluido mi

verdadero nombre—, ella siempre se negaba a contarme nada de su propia

vida. Lo único que sabía de ella era que tenía diecinueve años y que vivía en

algún lugar de la costa noroeste, en el Pacífico. No me había confiado nada

más.

La imagen de ella que me había formado mentalmente era la más obvia.

Me la imaginaba como una manifestación física de su avatar: la misma cara,

los mismos ojos, el mismo pelo, el mismo cuerpo. Y eso a pesar de que me

había repetido hasta la saciedad que no se parecía casi en nada a su avatar y

que en persona era mucho menos atractiva.

A partir del momento en que empecé a relacionarme más con Art3mis,

Hache y yo fuimos distanciándonos. En lugar de encontrarnos varios días a

la semana, chateábamos apenas unas pocas veces al mes. Hache sabía que yo

me estaba enamorando de Art3mis, pero nunca se metió demasiado conmigo

por eso, ni siquiera cuando yo lo dejaba colgado en el último minuto para

quedar con ella. Se encogía de hombros, me aconsejaba que tuviera cuidado

y me decía: «Espero que sepas lo que haces, Zeta.»

Pero yo no sabía lo que hacía, claro. Mi relación con Art3mis, de

principio a fin, era un desafío al sentido común. Pero no podía evitar

enamorarme de ella. No sabía por qué pero, sin darme cuenta, gradualmente,

mi obsesión por encontrar el Huevo se iba viendo suplantada por mi

obsesión por Art3mis.

Finalmente, ella y yo empezamos a «salir juntos», a quedar para ir de

excursión a locales exóticos de Oasis y a clubes nocturnos exclusivos. En un

primer momento Art3mis no estuvo de acuerdo. Creía que yo debía

moverme con discreción, porque tan pronto como me vieran en público, los

sixers sabrían que su intento de asesinarme había fallado y volverían a

intentarlo. Pero yo le dije que eso ya no me importaba. Me escondía de ellos

en el mundo real, pero me negaba a hacerlo en Oasis. Además, mi avatar

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!