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disolvió en la nada. Tiempo de llamada: 2,07. Cuando ya aparecía el avatar

de la siguiente clienta —una mujer alienígena de piel roja y pechos grandes

llamada Vartaxxx—, la puntuación que medía el grado de satisfacción del

cliente que acababa de otorgarme HotCock007 apareció en mi visualizador.

Era un seis sobre diez. Entonces el sistema me recordó amablemente que

debía de mantener la media por encima de los 8,5 si quería conseguir un

aumento de sueldo en la siguiente revisión.

Dar asistencia técnica allí no tenía nada que ver con trabajar desde casa,

donde podía ver películas, participar en juegos o escuchar música mientras

respondía a una interminable sucesión de llamadas soporíferas. En cambio,

en IOI, la única distracción consistía en mirar el reloj. (O la información

bursátil de la empresa, que figuraba siempre en lo alto del visualizador de

todos los reclutas. No había manera de librarse de él.)

Durante cada turno disponía de tres pausas de cinco minutos para ir al

baño. La del almuerzo era de media hora. Yo, por lo general, comía en mi

cubículo, no en la cantina, para ahorrarme a los demás representantes

despotricando contra los clientes o alardeando de los puntos que habían

ganado por sus buenos servicios. Había llegado a despreciar a los otros

reclutas casi tanto como a los clientes.

Ese día me quedé dormido cinco veces mientras trabajaba. Cuando el

sistema veía que me quedaba traspuesto, hacía sonar una alarma que

penetraba directamente en mis oídos y me despertaba al momento. A

continuación anotaba la infracción en mis datos de empleado. Mi

narcolepsia se convirtió en un problema tan notorio durante la primera

semana que me proporcionaban dos pastillas rojas todos los días para que

me mantuviera despierto. Y yo me las tomaba, sí. Pero sólo al salir del

trabajo.

Cuando, finalmente, mi jornada laboral terminó, me quité el visor y los

guantes y regresé a mi unidad habitacional lo más rápidamente que pude.

Era lo único para lo que me daba prisa en todo el día. Cuando llegué a mi

pequeño ataúd de plástico, me metí en su interior y me desplomé sobre el

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