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120 CAPÍTULO 5 Eficiencia y equidad

No hay justicia cuando las reglas no

son justas

La idea de que algo no es justo si las reglas no son justas

se basa en un principio fundamental que parece estar

enraizado en el cerebro humano: el principio de simetría.

El principio de simetría supone que las personas en una

situación similar deben ser tratadas igual. Es el principio

moral fundamental en que descansan todas las religiones

y que dice, de una manera u otra, lo siguiente: “Trata

a los demás como quieras que ellos te traten a ti”.

En el terreno de la economía, este principio se traduce

en igualdad de oportunidades. ¿Pero igualdad de oportunidades

para hacer qué? El filósofo Robert Nozick respondió

esta pregunta en un libro titulado Anarquía,

estado y utopía, publicado en 1974.

Nozick afirma que la idea de justicia como un

beneficio o un resultado no puede funcionar, y que

el concepto de lo justo debe basarse en la justicia de

las reglas. Nozick sugiere que la justicia obedece a

dos reglas:

1. El Estado debe hacer cumplir las leyes que establecen

y protegen la propiedad privada.

2. La propiedad privada se puede transferir de una

persona a otra únicamente a través de un intercambio

voluntario.

La primera regla señala que todo aquello que posea

algún valor debe ser propiedad de los individuos y

que corresponde al Estado asegurarse de que el robo

sea castigado. La segunda regla sostiene que la única

forma legítima de que una persona pueda adquirir

una propiedad es comprándola o dando a cambio algo

que posea. Si estas reglas, las únicas justas, se respetan,

el resultado es justo, no importa cuán desigualmente

esté repartido el pastel económico, dado que ha sido

preparado por personas, cada una de las cuales ofrece

de manera voluntaria sus servicios a cambio de la porción

ofrecida en compensación.

Estas reglas satisfacen el principio de simetría; de no

respetarse, el principio se rompe. Usted puede corroborar

lo anterior si se imagina un mundo en el que

no se respeten las leyes.

En primer lugar, suponga que algunos recursos o

bienes son propiedad común, es decir, no pertenecen

a nadie en específico. Todo mundo es libre de tomarlos

para utilizarlos. El más fuerte será quien prevalezca.

Pero cuando el más fuerte prevalece, es él quien posee

de hecho los recursos o bienes en cuestión, lo cual

evita que los demás disfruten de ellos.

En segundo lugar, suponga que no se recurre al intercambio

voluntario como mecanismo para transferir

la propiedad de los recursos de una persona a otra.

La alternativa es la transferencia involuntaria. En lenguaje

llano, la alternativa es el robo.

Las dos situaciones anteriores violan el principio de

simetría. En el primer caso, sólo los más fuertes pueden

adquirir lo que desean, así que los débiles terminan únicamente

con aquellos recursos y bienes que los más

fuertes no quieren.

En un sistema político basado en la regla de la mayoría,

los fuertes son los que pertenecen a la mayoría o

los que poseen suficientes recursos para influir en la

opinión de la mayoría.

En contraste, si se respetan las dos reglas de la justicia,

todas las personas, débiles y fuertes, reciben el

mismo trato. Todos son libres de utilizar sus recursos

y habilidades humanas para crear cosas que son valoradas

por ellos mismos y por otros, así como de intercambiar

los frutos de su esfuerzo entre sí. Éste es el

único conjunto de medidas que obedece al principio

de simetría.

Justicia y eficiencia Si se hacen cumplir los derechos

de la propiedad privada y si el intercambio voluntario

tiene lugar en un mercado competitivo, los recursos

serán asignados eficientemente siempre y cuando no

haya:

1. Regulaciones al precio y la cantidad.

2. Impuestos y subsidios.

3. Externalidades.

4. Bienes públicos y recursos comunes.

5. Monopolios.

6. Altos costos de transacción.

De acuerdo con las reglas de Nozick, la distribución

del ingreso y de la riqueza resultante será justa. Analicemos

un ejemplo concreto para examinar esta afirmación,

es decir, que si los recursos son asignados eficientemente,

también son asignados de manera justa.

Estudio de caso: escasez de agua

ocasionada por un desastre natural

Un terremoto ha roto las tuberías que llevan agua potable

hasta una ciudad. Hay agua embotellada disponible,

pero no agua entubada. ¿Cuál es la forma justa de asignar

el agua embotellada?

Precio de mercado Suponga que si el agua se asigna mediante

el precio de mercado, éste asciende a 8 dólares por

botella, es decir, cinco veces su precio normal. A este

precio, los propietarios del agua pueden obtener grandes

utilidades de su venta. Sólo quienes están dispuestos a

pagar 8 dólares por botella y pueden hacerlo, consiguen

el agua. Sin embargo, como la mayoría de las personas

no puede pagar este precio, termina sin conseguir agua

o consumiendo sólo una poca cantidad al día.

Usted puede darse cuenta de que el agua se usa eficientemente.

Hay una cantidad fija disponible, algunas per-

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