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Los argumentos contra la protección 165
◆ Los argumentos contra la
protección
Desde que existen los países y el comercio internacional,
la gente ha debatido si lo mejor para un país es
tener un comercio internacional libre o protegerse
contra la competencia extranjera. El debate continúa,
pero la mayoría de los economistas han llegado a un
veredicto, el mismo que usted acaba de ver: el libre
comercio fomenta la prosperidad para todos los países,
y cualquier protección es ineficiente. Acabamos de
ver el argumento más poderoso a favor del libre
comercio: proporciona ganancias a los consumidores
que exceden cualquier pérdida en la que puedan
incurrir los productores; por lo tanto, la sociedad
obtiene una ganancia neta.
Pero existe una gama más amplia de temas en el
debate entre libre comercio y protección. Revisemos
estos temas.
Existen dos argumentos clásicos para restringir el
comercio internacional:
■
■
La industria naciente.
El dumping.
El argumento de la industria naciente
El denominado argumento de la industria naciente a favor
de la protección sostiene que es necesario proteger una
industria nueva para permitirle crecer hasta convertirse
en una industria madura capaz de competir en los
mercados mundiales. Este argumento se basa en la idea
de la ventaja comparativa dinámica, la cual puede surgir
del aprendizaje práctico (vea el capítulo 2, p. 43).
El aprendizaje práctico es un motor poderoso del
crecimiento de la productividad, y la ventaja comparativa
evoluciona y cambia gracias a la experiencia en el
trabajo. Pero estos hechos no justifican la protección.
En primer lugar, el argumento de la industria naciente
es válido únicamente si los beneficios del aprendizaje
práctico no sólo se concentran en los propietarios
y trabajadores de las empresas de la industria naciente,
sino que también se derraman a otras industrias y partes
de la economía. Por ejemplo, en la manufactura de
aviones hay enormes ganancias de productividad que
provienen del aprendizaje práctico.
Sin embargo, en el caso de Boeing, en EUA, casi
todas estas ganancias benefician a los accionistas y
a los trabajadores y a su vez, las de otras empresas
productoras de aviones. Dado que las personas que
toman las decisiones, enfrentan los riesgos y realizan
el trabajo son las mismas que resultan beneficiadas,
al momento de decidir la escala de sus actividades
toman en cuenta las ganancias dinámicas. En este
caso, prácticamente ningún beneficio se derrama
a otras partes de la economía, así que no hay necesidad
de asistencia gubernamental para lograr un resultado
eficiente.
En segundo lugar, incluso si se justificara la protección
de una industria naciente, sería más eficiente hacerlo
mediante un subsidio a las empresas de la industria, el
cual se financiaría con impuestos. Este subsidio impulsaría
a la industria a madurar y competir con productores
mundiales eficientes y mantendría los precios a
los que se enfrentan los consumidores a sus niveles
del mercado mundial.
El argumento del dumping
El dumping ocurre cuando una empresa extranjera vende
sus exportaciones a un precio más bajo que su costo
de producción. Si una empresa quisiera hacerse de un
monopolio global, se valdría del dumping. El proceso
opera así: la empresa extranjera vende su producción
a un precio por debajo de su costo para eliminar del
negocio a las empresas nacionales. Cuando las empresas
nacionales se retiran, la empresa extranjera aprovecha
su posición monopolista y cobra un precio más alto
por su producto. El dumping es ilegal bajo las reglas
de la OMC, y por lo general se maneja como justificación
para imponer aranceles temporales, conocidos como
aranceles compensatorios.
Pero existen razones poderosas para resistir el argumento
del dumping a favor de la protección. En primer
lugar, detectar el dumping es virtualmente imposible
porque es muy difícil determinar los costos de una empresa.
Como resultado, la prueba para determinar si una
empresa realiza dumping es ver si su precio de exportación
está por debajo del precio al que vende en su mercado
interno. Pero esta prueba es débil porque, para una
empresa, resulta bastante sensato cobrar un precio bajo
en mercados en los que la cantidad demandada es muy
sensible al precio y un precio más alto en un mercado
en el que la demanda es menos sensible al precio.
En segundo lugar, es difícil imaginar un bien producido
por un monopolio global. Por lo tanto, incluso si
todas las empresas nacionales de una industria en particular
fueran eliminadas del negocio, siempre sería posible
encontrar muchas fuentes extranjeras alternativas
de oferta y comprar los bienes a precios determinados
en mercados competitivos.
En tercer lugar, si un bien o servicio fuera un verdadero
monopolio global, la mejor forma de manejarlo
sería mediante la regulación, de la misma manera en
que se hace con los monopolios nacionales (vea el capítulo
13, pp. 313-315). Dicha regulación requeriría la
cooperación internacional.
Los dos argumentos a favor de la protección que hemos
examinado tienen cierta credibilidad. Sin embargo,
los argumentos en contra son en general más sólidos,
por lo que los argumentos anteriores no justifican la
protección. No obstante, no son las únicas consideraciones
que usted podría encontrar. Hay muchos otros
nuevos argumentos en contra de la globalización y a
favor de la protección. Los más comunes de ellos son
que la protección: