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Externalidades negativas: la contaminación 379

Precio y costo (dólares por tonelada)

FIGURA 16.3

300

225

150

100

75

El precio es igual

al costo marginal

social y al beneficio

marginal social

Los derechos de propiedad

producen un resultado

eficiente

Equilibrio

de mercado

eficiente

O = CM = CMS

El costo de la

contaminación

recae sobre el

responsable de

contaminar

CM excluyendo

el costo de la

contaminación

D = BMS

0 2 4 6

Cantidad (miles de toneladas de sustancias químicas por mes)

Al contar con derechos de propiedad, la curva de costo

marginal que excluye los costos de la contaminación

muestra únicamente parte del costo marginal de los productores.

La curva de costo marginal privado incluye el

costo de la contaminación, por lo que la curva de oferta

es O = CM = CMS. El equilibrio del mercado se da a un

precio de 150 dólares por tonelada y a una cantidad

de 2 000 toneladas de sustancias químicas por mes; este

resultado es eficiente porque el costo marginal social es

igual al beneficio marginal social. La cantidad eficiente

de la contaminación no es igual a cero.

animación

El teorema de Coase

¿Importa la manera en que se asignan los derechos de

propiedad? ¿Cambia algo el hecho de que el causante

o la víctima de la contaminación sea el propietario del

recurso contaminado? Hasta 1960, todos consideraban

que esto sí era importante. Sin embargo, en aquel año

Ronald H. Coase (vea la página 413) hizo una notable

aportación que hoy se denomina teorema de Coase.

El teorema de Coase propone que cuando existen derechos

de propiedad, sólo un pequeño número de partes

están involucradas y los costos de las transacciones son

bajos, las transacciones privadas son eficientes. En este

caso no hay externalidades, ya que las partes que participan

en las transacciones toman en cuenta todos los costos

y los beneficios. Lo que es más, no importa quién

posea los derechos de propiedad.

Aplicación del teorema de Coase En el ejemplo que

acabamos de analizar, las fábricas son dueñas del río y

de las casas. Suponga que, en lugar de ello, son los residentes

los propietarios de las casas y del río. Ahora las

fábricas deben pagar una cuota a los propietarios para

poder descargar sus desperdicios al río. Cuanto más

grande sea la cantidad de desperdicios descargados,

más deberán pagar las fábricas. De modo que, una

vez más, las fábricas enfrentan el costo de oportunidad

de la contaminación que originan. Tanto la cantidad de

sustancias químicas producidas como la de desperdicios

desechados son las mismas sin importar quién sea el

propietario de las casas y del río. Cuando las fábricas

son las propietarias, el costo de la contaminación recae

en ellas, ya que el ingreso que reciben por el alquiler de

las casas es más bajo. Cuando los residentes son los propietarios

de las casas y del río, el costo de la contaminación

recae en las fábricas, ya que deben pagar una cuota

a los propietarios para poder desechar sus desperdicios.

En ambos casos, el costo de la contaminación recae

sobre las fábricas, por lo que sólo arrojan la cantidad

eficiente de desperdicios al río.

La solución de Coase funciona sólo cuando los costos

de transacción son bajos. Los costos de transacción son

los costos de oportunidad de llevar a cabo una transacción.

Por ejemplo, si usted comprara una casa incurriría

en una serie de costos de transacción. Quizá tendría que

pagar a un agente de bienes raíces que le ayude a encontrar

el mejor sitio, y a un abogado para verificar que el

vendedor sea en realidad el dueño de la propiedad y asegurar

que ésta le sea transferida correctamente a usted

una vez efectuada la compra.

En el ejemplo de las casas en las riberas del río, los

costos de transacción en que incurre un pequeño número

de fábricas de productos químicos y algunos propietarios

tal vez sean lo suficientemente bajos como para permitirles

negociar acuerdos que originen un resultado eficiente.

No obstante, en muchas situaciones los costos

de transacción son tan altos que incurrir en ellos sería

ineficiente. En estas situaciones la solución de Coase

no resulta viable.

Suponga, por ejemplo, que cada persona fuera

dueña de una franja de 10 millas del espacio aéreo

que se extiende sobre su casa. Si alguien contaminara

su espacio, usted tendría derecho a cobrarle una cuota.

Para ello tendría que identificar al culpable de la

contaminación y convencerlo de que le pagara.

¡Imagine los costos de negociar y lograr acuerdos con

los millones de personas que habitan en las cercanías,

así como con las miles de fábricas del área que emiten

bióxido de azufre y crean la lluvia ácida que cae sobre

su propiedad! Cuando surgen situaciones así, recurrimos

a las elecciones públicas para enfrentar las externalidades,

pero los costos de transacción que bloquean

una solución de mercado son reales, por ello los

intentos del gobierno por controlar las externalidades

nunca constituyen soluciones sencillas. Veamos algunos

de estos intentos.

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