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Sin embargo, nuestros resultados no tienen grandes
implicaciones para el debate sobre el aborto. Si el aborto
es un asesinato, como argumentan quienes se asumen
como defensores de la vida, entonces los cambios que
observamos en las tasas delictivas se vuelven triviales
en comparación. Si una mujer tiene simplemente el
derecho a controlar su cuerpo, como argumentan quienes
defienden la libertad de elegir, entonces nuestros
cálculos acerca del delito son del mismo modo
irrelevantes.
Nuestros resultados se refieren más a la cuestión
de los niños no deseados: se logran enormes beneficios
al asegurar que los niños traídos al mundo sean deseados
y protegidos, ya sea a través del control de
la natalidad, la adopción, el aborto o la
educación
de los padres.
El terrorismo está en la mente de todos
en estos días. A ese respecto, los terroristas
quizá también respondan a incentivos.
¿Ha pensado cómo podríamos usar los conocimientos
sobre economía para comprender
mejor el terrorismo e incluso combatirlo?
El terrorismo es una cuestión inusualmente difícil de
abordar mediante los incentivos. Los terroristas religiosos,
que son los que más nos preocupan, están
dispuestos a dar sus vidas para llevar a cabo sus actos
terroristas, por lo que el único castigo con que podemos
amenazarlos es impedirles cometer el acto terrorista,
ya sea atrapándolos antes de que actúen o quizá
reduciendo el daño que pudieran ocasionar. A diferencia
. . . y cada vez que
observaba algo
que sucedía en el
mundo me preguntaba:
“¿Será eso
un experimento
natural?”
de los criminales comunes y corrientes, la amenaza de
un castigo posterior al hecho no basta para disuadirlos
de cometer su crimen. Por fortuna, incluso entre los
extremistas no abundan los que están dispuestos a dar
su vida por una causa.
¿Puede un estudiante aprender a usar experimentos naturales,
o el don que usted posee es difícil de enseñar?
No creo tener tal don. La mayoría de las personas que
son buenas en alguna disciplina lo son porque han
trabajado y practicado mucho. Eso ocurre conmigo.
Lo que pasa es que, en mi vida cotidiana,
cada vez que observaba algo que
sucedía en el mundo me preguntaba:
“¿Será eso un experimento natural?”
De vez en cuando me tropezaba con
alguno, precisamente porque andaba
en su búsqueda.
¿Qué más puede hacer un estudiante con deseos
de convertirse en un economista versado
en experimentos naturales o en un científico
social más general, para prepararse mejor
para esa carrera?
Yo diría que lo mejor que los estudiantes pueden hacer
es tratar de aplicar de verdad a sus vidas lo que están
aprendiendo, en vez de memorizar datos tan sólo para
resolver un examen y luego olvidarlos. Si un estudiante
tiene pasión por la economía (o por cualquier otra
cosa), se encuentra muy por delante de otros cuyo
único objetivo es irla pasando.
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