Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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Luces de <strong>la</strong> gran ciudad<br />
La soledad de los esposos se vio premiada, porque de tanto regar <strong>la</strong>s<br />
flores los frutos del matrimonio empezaron a llegar. Nefertiti le pidió a<br />
Tolstoi que por favor, pusiera nombres cristianos a sus hijos alegando<br />
que el<strong>la</strong> no hab<strong>la</strong>ba inglés, a lo que nuestro héroe le contestó: “De <strong>la</strong><br />
toponimia y el gentilicio de nuestra prole se encarga <strong>la</strong> geografía, pero de<br />
<strong>la</strong> nombradía de nuestros vástagos me encargaré yo”. Nefertiti salió<br />
corriendo y le trajo al esposo una torta de casabe con guarapo, pensando<br />
que Tolstoi, en <strong>la</strong> perorata, le había pedido algo de comer.<br />
Fueron tres los herederos del agricultor, dos varones y una hembra,<br />
a los que l<strong>la</strong>mó por mucho tiempo: Uno, Dos y Tres, hasta que encontrara<br />
los nombres adecuados <strong>para</strong> su descendencia. Fue en una feria del<br />
pueblo donde compró un pequeño libro titu<strong>la</strong>do: Breve florilegio de<br />
nombres propios personales, que le dio <strong>la</strong> solución a su problema.<br />
Al hijo mayor lo l<strong>la</strong>mó Andamaro, que viene del idioma germano y<br />
significa “grande por riqueza” y a partir de ese momento lo l<strong>la</strong>mó “Andamaro<br />
El Grande”. A <strong>la</strong> hembra <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mó Cleopatra, que viene del<br />
griego y significa “gloria de su padre” y al hijo menor lo l<strong>la</strong>mó Laomedonte,<br />
que en griego significa “el que rige al pueblo”. Esta fue <strong>la</strong> información<br />
que obtuvo del libro. Nuestro amigo Tolstoi se sintió orgulloso<br />
de los nombres de sus hijos y al comunicárselo a su mujer esta le manifestó:<br />
—Mira, mijo, ¿por qué le pusiste a mis muchachos nombres de matas?<br />
Tolstoi trabajaba, en sus <strong>la</strong>bores de agricultor noche y día, con <strong>la</strong><br />
única finalidad de ahorrar lo suficiente <strong>para</strong> ir a vivir con <strong>la</strong> familia en <strong>la</strong><br />
capital. Pasaron varias sequías y varios períodos de lluvias, hasta que<br />
logró reunir una modesta cantidad de dinero. Cierto día le comunicó a<br />
su mujer:<br />
—Nefertiti, he aumentado mi peculio personal y con ello me permito<br />
ir a <strong>la</strong> metrópolis en busca de un <strong>la</strong>r <strong>para</strong> mi consorte y mi prole.<br />
—<strong>la</strong> pobre mujer quedó en b<strong>la</strong>nco y lo único que se le ocurrió fue ir al<br />
baño a buscar un remedio <strong>para</strong> <strong>la</strong>s lombrices y le dio una cucharada al<br />
marido <strong>para</strong> que se le rebajara el peculio.<br />
Tolstoi se marchó después de dejarle cierta cantidad de dinero a su<br />
mujer y a los hijos <strong>para</strong> que se mantuvieran, mientras los mandaba a<br />
buscar. De todas maneras su familia podía vivir del fruto de <strong>la</strong> tierra y<br />
de los animales que se criaban en <strong>la</strong> finca. Su mujer, al igual que sus<br />
hijos, estaba pre<strong>para</strong>da <strong>para</strong> <strong>la</strong> dura faena del campo.