Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

Luces de la gran ciudad
Caralampio es un agricultor, como muchos de los que habitan a lo
largo de la geografía de mi país, quien alguna vez, en su época de mozalbete
acompañó a su padre a la capital, para el tratamiento de una
enfermedad que aquejaba al viejo labrador. Por esas tierras era imposible
encontrar el tratamiento adecuado que lo mejorara del mal que lo
agobiaba.
El joven hortelano y el padre llegaron a la ciudad en horas nocturnas,
por lo que la luminosidad de la gran metrópolis, la cual se divisaba
desde lo alto de la carretera, le causó gran impresión al muchacho.
Éste pensó, que por los sembradíos de su tierra natal las únicas luces
que se observaban eran las exhalaciones de las luciérnagas, las lumbres
de las velas que encendían en su casa para alumbrarse y el brillo de las
estrellas, las cuales titilan hermosamente en la inmensidad del Universo.
Fue esa noche cuando Caralampio pensó, que él era una persona
citadina, prometiéndose que algún día viviría en la gran ciudad.
Transcurrieron los años y nuestro personaje permaneció en el
campo realizando las labores, que había aprendido junto a su padre:
cultivando la tierra y criando animales. Esa era la herencia que su progenitor
le había legado. Pero al pequeño labriego jamás se le olvidó la
VT