Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tele el locutor gritaba “Vea el próximo sábado, en un programa <strong>para</strong><br />
todo público, <strong>la</strong>s danzas eróticas y sensuales de <strong>la</strong>s bai<strong>la</strong>rinas árabes”.<br />
La madre de <strong>la</strong> niña maldijo <strong>la</strong> televisión y le deseó <strong>la</strong> muerte al<br />
presentador, pero extrajo de su mente los bailes a los que su hija había<br />
hecho referencia. En cierta oportunidad, en un restaurante de comida<br />
libanesa <strong>la</strong>s habías visto, pero eso en nada se parecía a <strong>la</strong>s escenas del<br />
Último tango y a lo poco que recordaba de Garganta profunda.<br />
—Bueno, Anita, yo no sé mucho de eso —tratando de ac<strong>la</strong>rar conceptos—.<br />
Creo que el erotismo tiene que ver con los brincos, movimientos<br />
y con <strong>la</strong>s campanil<strong>la</strong>s que tienen <strong>la</strong>s bai<strong>la</strong>rinas —dijo creyendo<br />
que con esto finiquitaba el asunto del erotismo.<br />
—¿Quiere decir que mientras más se brinque y más se meneen <strong>la</strong>s<br />
bai<strong>la</strong>rinas, el baile es más erótico? —insistió nuevamente <strong>la</strong> niña. Pensó<br />
en lo orgullosa que se sintió cuando su hija pronunció <strong>la</strong>s primeras pa<strong>la</strong>bras<br />
y ahora el máximo de su felicidad sería el silencio de Anita, quien<br />
estaba empeñada en hurgar en un este tema tan escabroso.<br />
—Sí mi amor, debe ser algo como eso, de todos modos deja que<br />
venga tu papá <strong>para</strong> que consultes esa cosa.<br />
De esta manera <strong>la</strong> madre de Anita creyó dejar resuelto, por los<br />
momentos, el descomunal problema y dilema en el que <strong>la</strong> había metido<br />
su tierna hija. Temporalmente había pasado <strong>la</strong> borrasca.<br />
Al retornar José Ángel de comprar el periódico, <strong>la</strong> madre de Anita<br />
lo llevó al tá<strong>la</strong>mo nupcial, lo sentó con cierta parsimonia, mostrando en<br />
su rostro <strong>la</strong> angustia que le carcomía sus entrañas. Quería abonarle el<br />
terreno en el caso de que <strong>la</strong> niña lo acosara a preguntas y así, lo dos<br />
juntos hal<strong>la</strong>rían el camino adecuado <strong>para</strong> darle <strong>la</strong> respuesta correcta en<br />
concordancia con <strong>la</strong>s virtudes de una niña de tan tierna edad.<br />
—José Ángel, no te angusties, pero te voy a decir algo sumamente<br />
delicado. Se trata de nuestra hija.<br />
El marido miró <strong>la</strong> cara de aflicción de su esposa y no dijo ni una<br />
so<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra y esperó que continuara.<br />
—Creo que nuestra hija está de siquiatra. En el<strong>la</strong> se ha producido<br />
un proceso de madurez muy violento, tiene todo los indicios en <strong>la</strong> que<br />
su edad mental no se corresponde con su edad cronológica. Anita es<br />
una mujer madura.<br />
Con esta per<strong>la</strong> inició <strong>la</strong> madre de <strong>la</strong> niña <strong>la</strong> conversación sobre el<br />
grave problema por el que estaba pasando <strong>la</strong> heredera.<br />
JOSTJ<br />
Cuento erótico