Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
JORPJ<br />
Catastro-fe<br />
solo? ¿Qué puedo decir, que no se haya dicho ya en <strong>la</strong>s diferentes nove<strong>la</strong>s<br />
eróticas, o en <strong>la</strong> literatura universal sobre el encuentro de dos<br />
amantes? Es verdad, todo sucedió, nos llenamos de amor, de lujuria, de<br />
p<strong>la</strong>cer y de todo aquello que unen a dos personas recién enamoradas.<br />
Eso sí, nos llenamos, pero sin atosigarnos, queríamos dejar un cierto espacio<br />
<strong>para</strong> más amor.<br />
Transcurrido un mes, María Alejandra se mudó <strong>para</strong> mi apartamento<br />
con <strong>la</strong> finalidad de evitar más gasto del hotel; de esta manera<br />
estaríamos más tiempo juntos. Yo, seguí trabajando desde mi apartamento,<br />
y el<strong>la</strong> continuó sus estudios por Internet sobre civilizaciones<br />
orientales.<br />
Al mes de <strong>la</strong> última visita al ministerio, logramos comprar los benditos<br />
timbres fiscales. Llenamos a máquina <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>, tal como indicaba<br />
el procedimiento, le colocamos el timbre fiscal. Nos dispusimos llenos<br />
de fe y esperanza <strong>para</strong> dirigirnos, nuevamente, a <strong>la</strong> oficina de catastro.<br />
Nos asignaron nuestro número <strong>para</strong> ir a <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong> tres. Cuando llegamos,<br />
observamos que <strong>la</strong> funcionaria tres estaba pintándose <strong>la</strong>s uñas.<br />
Nos acercamos a <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong>, le entregamos los documentos y al levantar<br />
los ojos <strong>para</strong> mirarnos, hizo un movimiento brusco, y zas ¿no saben qué<br />
ocurrió? ¡El frasco de pintura de uña cayó sobre los documentos!<br />
—¡Señores, miren lo que sucedió por culpa de ustedes! ¿No pueden<br />
tener más cuidado; es que sus manos <strong>la</strong> tienen de adorno? ¿Usted, señor,<br />
no ve lo que hace; vea cómo quedó <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>?<br />
Me puse rojo, azul, verde. Recuerdo, que miré <strong>para</strong> todos los <strong>la</strong>dos,<br />
pues no creía que se estaba hab<strong>la</strong>ndo conmigo. Sentí <strong>la</strong> mano de María<br />
Alejandra posarse sobre mi hombro, y como un calmante, el color a mi<br />
piel adquirió el tono normal. No articulé pa<strong>la</strong>bra alguna en espera de <strong>la</strong><br />
próxima actuación de <strong>la</strong> funcionaria tres. Tomó un algodón con acetona,<br />
lo pasó por los documentos, convirtiéndolos en algo deforme e ilegible.<br />
—Conforme, pase a <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong> cuatro.<br />
El silencio y <strong>la</strong> ira contenida fueron recompensados, pensé que <strong>la</strong><br />
mácu<strong>la</strong> roja en documento, no tendría nada que ver <strong>para</strong> <strong>la</strong> conformación<br />
de <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>.<br />
Cuando llegamos a <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong> cuatro, <strong>la</strong> funcionaria había ade<strong>la</strong>ntado<br />
su hora de almuerzo. Tenía sobre su mano una cuchara con <strong>la</strong> que<br />
estaba degustando un hervido de pescado. Soltó <strong>la</strong> cabeza de pescado<br />
que tenía en <strong>la</strong> otra mano y agarró <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s: de inmediato <strong>la</strong>s soltó y<br />
me <strong>la</strong>s devolvió.