Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

pasado no la comas porque podrías dormirte como la otra vez. Si el
príncipe Alicán te da una aguja para que le cosas unos interiores ten
cuidado con el SIDA. Por eso, lleva en el bolso de blonda, con asa de
carey y titilantes lentejuelas, una aguja de las tuyas, unas tabletas de
Alka Seltzer y si vez la olla de sancocho, no te le acerques, porque si caes
dentro de ella, Ratónperez lo siente y lo llora.
Faltaba Patdonald, para darle los últimos consejos antes de la partida
para el baile de gala.
—Por Loboferoz, despreocúpate; tengo la certeza de que es impotente
por lo tanto no corres peligro de una barriga. De quien sí debes
cuidarte es de Pedronavaja, ese delincuente ataca sus víctimas en las
esquinas y no quisiera verte tu rostro de ángel desfigurado —en tono
pausado y mesurado continuó las admoniciones—: Recuerda, que todos
nosotros contribuimos para que ganes el concurso, aunque sea, el
de Miss Fotogenia, en cualquiera de los certámenes que realizan en la
urbanización de la clase media alta.
—¡Qué lindo, Patdonald, preocupado por mí! —exclamó de una
manera muy dulce la bella Peralta, quien exclamó—: Recuerda, Alicán
tiene cinco carros y su valet, el negrito de bigotes, al que le falta un
diente y es amigo con derecho de Dominga, la hermana de la conserje,
él viene a buscarme y traerme. Por lo tanto olvídate de las angustias.
Ya todo estaba dicho y arreglado. La zapatilla con la tapita de piel
de chivo muerto, que se lo comieron y que a Melchor no le dieron para
probar, la vianda, para traer el sobrado de comida de la fiesta, así tenían
asegurado el condumio por tres semanas, el elegante bolso de blonda
con asa de carey y titilantes lentejuelas, para llenarlo con papel higiénico
y así aprovechar los rollitos de cartón, para que Albanieves siga
ondulándose su larga cabellera. Finalmente, habían inventado un
detector de ollas de sancocho de pescado, con este artilugio evitaban
que la Peralta cayera dentro de ella, así, Ratonperez no lo sienta y no la
llore. Con todos estos implementos, aunados a estos los ajustados bluejeans
de marcas y la blusa corta, la cual le permitía mostrar su ombligo
coqueto que coronaba una minúscula y atractiva ruedita de grasa, la
linda hada bienhechora de los chiquitos, estaba preparaba para cautivar
con sus encantos al codiciado príncipe Alicán.
Así, con este atuendo impresionantemente elegante, entraría Albanieves
Peralta por la puerta del salón de la fama, donde se llevaría a
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