Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

El iluminado de San Sebastián
Chas, chas, chas... Juan arrastraba el pesado fardo, chas, chas,
chas... A medida que subía la colina, el saco parecía más pesado, como si
estuviera arrastrando todos los males que había acumulado durante sus
cortos veinte años de vida. De vez en cuando, se paraba a descansar y su
mirada la dirigía hacia la bahía en la que permanecían los barcos y las
lanchas de pescadores, escuchando el monótono vaivén de las olas, el
único ruido que permanecía sin alteración frente al rancho que habitaba
desde niño.
Las olas iban y venían, como un ritornelo, trayendo añejos recuerdos
de su infancia.
—Vamos Juan, apúrate, arrastra el saco con fuerza que nos va a
coger la claridá y no quiero que nos vean es esto —gritábale de esta manera
María del Valle a su hijo.
María del Valle, sacudió el hombro de su hijo para sacarlo del letargo
en que permanecía envuelto, contemplándose la palma de la mano
y perdiendo su mirada en la bahía. De inmediato, su madre trató de convencerlo:
—Mira, Juan, yo no sé si lo que estamos haciendo es obra de Dios
o del diablo, pero aquí en mi delantal traigo la solución de mi vida, la
ONV