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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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animales: “los tiburones” “<strong>la</strong>s águi<strong>la</strong>s”, “los leones” y otros nombres de<br />

nuestra zoología, afianzando de esta manera nuestra venenzo<strong>la</strong>nidad.<br />

La influencia del Norte en lo criollo ha sido de mucha importancia<br />

<strong>para</strong> el desarrollo de país y ésta ha sido de tal magnitud que en algún<br />

momento de nuestra vida un grupo de venezo<strong>la</strong>nos le solicitaron al<br />

gobierno de turno que “por favor cambie <strong>la</strong> capital de <strong>la</strong> nación <strong>para</strong> una<br />

penínsu<strong>la</strong> situada al Norte, donde los venezo<strong>la</strong>nos gastan más divisas<br />

que en su propia patria”. Tal petición fue discutida en el Congreso pero<br />

<strong>la</strong>mentablemente no prosperó. La historia nos reve<strong>la</strong> que fueron varias<br />

<strong>la</strong>s comunidades indígenas que tuvieron <strong>la</strong> intención de revocar <strong>la</strong><br />

medida tomada por el Congreso; afirmaron con vehemencia que esto<br />

atentaba contra <strong>la</strong> nacionalidad de nuestros ciudadanos.<br />

Me fui adaptando al nuevo período, parecía que era el mejor de mi<br />

vida, más de una vez viajé <strong>para</strong> <strong>la</strong> capital que nos fue negada por <strong>la</strong> ignorancia<br />

de nuestros congresantes. No se imagina <strong>la</strong> cantidad de cosas<br />

“made in USA” que abarrotaban mis maletas cuando llegaba nuevamente<br />

al país. Por allá <strong>la</strong>s cosas estaban tan baratas que algo en mi interior<br />

me impulsaba a comprar dos artículos iguales. Este período fue una<br />

delicia.<br />

Para mí, <strong>la</strong> bandera tricolor y <strong>la</strong> de estrel<strong>la</strong>s con barras, son los símbolos<br />

de <strong>la</strong> venezo<strong>la</strong>nidad, me identifico con el<strong>la</strong>s, tal como el l<strong>la</strong>nero lo<br />

hace con <strong>la</strong> “coleada de toros” o como cualquiera de nosotros lo hace<br />

con <strong>la</strong> hal<strong>la</strong>ca y el tequeñón. Pero <strong>la</strong> cosa se complicó en cierta época.<br />

Tal inconveniente aconteció cuando se disputaba el campeonato de un<br />

deporte que practican Europa y que había visto por televisión. Fue en<br />

este período cuando me arrepentí de haber vivido tanto; maldije a los<br />

chamanes por los teteros ingeridos, los cuales me permiten morar por<br />

estas tierras durante una eternidad.<br />

Se inició un campeonato mundial de lo que los europeos l<strong>la</strong>man<br />

“fútbol”. Comenzó nuevamente mi inquietud. Yo, que dominaba a <strong>la</strong><br />

perfección nuestro vocabu<strong>la</strong>rio criollo, tales como: “jonrón”, “hit”,<br />

“raifil” y otras pa<strong>la</strong>bras como “p<strong>la</strong>y ball” que nos hace orgullosos del<br />

sentir venezo<strong>la</strong>no, tenía que incorporar otras <strong>para</strong> poder entender el<br />

dichoso juego.<br />

Pero allí no quedó <strong>la</strong> cosa. Vivo en un apartamento cuya terraza da a<br />

uno de los grandes corredores viales que cruza <strong>la</strong> urbanización que<br />

habito. Cuál no sería mi sorpresa, cuando durante <strong>la</strong> culminación del<br />

JNNUJ<br />

`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê

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