Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

José se dirigió al sitio referido en busca de una grabadora de bolsillo
para grabar la conversación, como prueba testimonial de la posesión
demoníaca; dicha cinta se la llevaría primero, al siquiatra y luego al
obispo. Pasó por la alcoba matrimonial y vio a su esposa postrada sobre
la cama, se asomó a la puerta y le confirmó:
—Tenías razón Yenifer, nuestra hija está atravesando por una etapa
muy peligrosa, trataré con todas las fuerzas de mi alma recuperarla
de las garras de quien la tenga.
No le nombró al Diablo para no mortificarla más de lo que estaba.
Así abandonó el dormitorio matrimonial para luego entrar a la de Anita.
Le pidió a su hija que antes de empezar a relatarle el sueño que, por
favor, apretara con fuerza, con la mano del corazón, la medalla de la
cadena del bautizo. Así pensó que la colocaba más cerca de Dios y la
alejaba del Maléfico. Anita complació a su padre y comenzó a relatar su
sueño erótico:
—Anoche soñé que tú, mami y yo caminábamos por un parque,
era una linda pradera verde con muchas rosas amarillas. En cierto
momento un hada madrina se nos acercó, tocó con su varita mágica a
Bobi, como por encanto, el osito adquirió vida y nos acompañó feliz
durante todo el paseo —y al final Anita sentenció— ¿Ves papi, lo lindo
que es el erotismo?
A José Angel le bajó el torrente sanguíneo de la cabeza a los pies,
directo, sin pasar por otra parte del cuerpo. Sintió que le habían quitado
un ascensor de la espalda y sólo atinó a decir con unas lágrimas retenidas
en sus ojos:
—Sí, Anita, qué lindo es el erotismo.
Le dio el beso de las buenas noches y le susurró al oído:
—Que duermas bien mi reina.
JOTNJ
Cuento erótico