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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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sólo el<strong>la</strong> podía descifrar. A esto era a lo que había venido, sólo por<br />

curiosidad, creyendo el<strong>la</strong> que el nombre que le había dado era el mío.<br />

Siguió chupando y escupiendo hacia diferentes direcciones, pero<br />

siempre caían encima del periódico. Fue cuando me percaté de que no<br />

tomaba puntería <strong>para</strong> <strong>la</strong>nzar sus escupitajos. Chupaba y chupaba el<br />

tabaco y escudriñaba con vehemencia <strong>la</strong>s cenizas ennegrecidas, <strong>la</strong>s<br />

cuales permanecían encendidas. El humo negro que salía de éste era<br />

objeto de mi observación.<br />

—Usted como que está empavado, no pega una. Como aquel general,<br />

quien vino <strong>para</strong> que le leyera un tabaco; él creía que le habían<br />

puesto un mal de ojo. Afirmaba haber traído un amuleto muy poderoso<br />

desde Brasil, el cual tenía un imán. Tenía <strong>la</strong> certeza de que, cuando se le<br />

acabara el poder al pedazo de hierro, estaría desprotegido y le podían<br />

echar un daño.<br />

Escupió nuevamente hacia el periódico. Observé que el escupitajo<br />

le había caído en <strong>la</strong> cara del presidente norteamericano; éste había<br />

salido en primera página del periódico de ayer y continuó:<br />

—Le dije al general que tenía algunos enemigos en el ministerio y<br />

por lo tanto, tenía que cuidarse mucho. Desde ese momento cambiaron<br />

treinta funcionarios de alto rango, con el fin de evitar que le echaran mal<br />

de ojo; de paso le recomendé que mandara a comprar otro amuleto, unos<br />

mejores que venden en Haití.<br />

Otro salivazo cayó en el busto de una hermosa reina de belleza;<br />

recién había conseguido el título de Miss Internacional y continuó <strong>la</strong><br />

señora:<br />

—Así está usted, como ese general, todo empavado. Además,<br />

observe el tabaco —interrumpiéndome del letargo, acercando a los ojos<br />

el instrumento de adivinación, me aproximé por poco tiempo; no soportaba<br />

el olor y el humo que expelía. Continuó con <strong>la</strong>s premoniciones—:<br />

Note que se está consumiendo de medio <strong>la</strong>do —en efecto, lo comprobé<br />

con mis ojos, no sin un marcado asombro y duda. En realidad, no sé el<br />

porqué de <strong>la</strong> sorpresa; el hecho de que el tabaco se extinguiera de medio<br />

<strong>la</strong>do, no tenía ningún significado <strong>para</strong> mí. La señora, luego de tres<br />

escupitajos sentenció con seguridad:<br />

—Su mujer le está poniendo los cuernos con su mejor amigo.<br />

Otro escupitajo cayó sobre <strong>la</strong> calva de uno de los dirigentes de <strong>la</strong><br />

Comunidad Europea. Observé el rostro y <strong>la</strong> cabeza del líder político,<br />

quien arrugó <strong>la</strong> frente ante tal injuria; pensé: “Bien hecho”.<br />

JOQJ<br />

`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê

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