Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
su avidez por <strong>la</strong> información, y por el desconocimiento, algunas veces,<br />
de si había desayunado o no, <strong>la</strong> apariencia de Arquímedes Valecillos,<br />
—que así se l<strong>la</strong>maba mi padre— era aparentemente normal. Como mi<br />
papá estaba perfectamente informado tenía a mi <strong>la</strong>do a dos Arquímedes,<br />
porque mi padre decía todo el tiempo: “Un hombre informado<br />
vale por dos”.<br />
Muchas de <strong>la</strong>s manías que tenemos los humanos nos llegan, o bien<br />
por genética, por costumbre o por el legado que nos hace <strong>la</strong> sociedad y<br />
<strong>la</strong> educación. Total, yo heredé de mi padre esta idea fija por escuchar,<br />
ver y leer noticias en todos los medios impresos, visuales y sonoros.<br />
Creí, tal como mi padre, que yo valdría por dos. Pensé que esta<br />
avidez desmedida por <strong>la</strong> información me haría una persona culta, formándome<br />
el carácter y capaz de darme solidez política y filosófica, ante<br />
los diversos problemas que agobiaron, agobian y agobiarán a <strong>la</strong> humanidad.<br />
Juraba que con todo este cúmulo de información, aunado a mi<br />
sólida formación universitaria me convertiría en un hombre de opinión.<br />
Pero mi vida es un desastre y ello se lo debo a que soy un hombre<br />
mediático. Debo referir que nunca milité en un partido político, ni profesé<br />
religión alguna, por lo que no puedo decir que <strong>la</strong> militancia partidista<br />
o un dogma de fe me inclinaron hacia alguna concepción política<br />
o filosófica. Sólo vivía <strong>para</strong> los estudios y <strong>para</strong> escuchar, ver y leer noticias,<br />
además de mirar los programas de opinión. En un principio lo<br />
hacía acompañado de mi padre y luego, solo, por mi cuenta.<br />
En verdad, no puedo asegurar que lo hacía porque lo disfrutaba,<br />
era algo así como el alcohólico, como el fumador, como el drogadicto<br />
que necesita de un estimu<strong>la</strong>nte <strong>para</strong> pasar<strong>la</strong> bien. Mi droga era <strong>la</strong> noticia,<br />
me había convertido en un hombre disoluto. Tenía que leer y ver<br />
noticias <strong>para</strong> que el día tuviera sentido. No importaba si <strong>la</strong> noticia era<br />
buena o ma<strong>la</strong>, <strong>la</strong> necesitaba más que a mi familia.<br />
Ustedes se preguntarán: “¿En qué puede esto afectar a un<br />
hombre?”. Evidentemente, <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong> gente que lee periódico,<br />
escucha o ve noticias por televisión, esto no los afecta más allá de lo<br />
normal. Sigan leyendo un poco más <strong>para</strong> que entienda mi tragedia.<br />
Como afirmé anteriormente, nunca tuve militancia política ni religiosa,<br />
pensando que ello me hacía un libre pensador y de esta manera<br />
podía ver <strong>la</strong>s cosas con más objetividad. Por carecer de formación filosófica<br />
y de teorías modernas de economía no me parcialicé por ninguna<br />
tendencia, pero en eso estribó parte de mi problema. Cuando escuchaba<br />
JNQSJ<br />
`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê