Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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en <strong>la</strong>s regiones donde se insta<strong>la</strong>n. Le hablé de los tratados de Libre<br />
Comercio, de Mercosur, del ALCA, de <strong>la</strong> Comunidad Europea. Eran<br />
pa<strong>la</strong>bras de mi época de pre<strong>para</strong>dor de <strong>la</strong> universidad. Le conversé de<br />
<strong>la</strong>s divisas que se llevan <strong>la</strong>s transnacionales por concepto de franquicias;<br />
de los empleados con sueldos de miserias en <strong>la</strong> maqui<strong>la</strong>s; de <strong>la</strong> materia<br />
prima de alto valor energético, <strong>la</strong> cual compran, a bajos precios, los<br />
países desarrol<strong>la</strong>dos a los países del tercer mundo y luego, <strong>la</strong>s regresa,<br />
como productos acabados, vendiéndolos a precios exorbitantes. Esto<br />
genera un desequilibrio en <strong>la</strong>s ba<strong>la</strong>nzas de pagos y más miserias a los<br />
países del hemisferio sur. Rememoré mi época de dirigente estudiantil.<br />
Coincidí con algunos expertos, que <strong>la</strong>s empresas tenían que aumentar<br />
sus ganancias por encima de cualquier cosa, ya que el dinero no tiene<br />
moral. Que <strong>la</strong> globalización permite penetrar con una gran fuerza y<br />
competencia <strong>para</strong> abrir mercados en otros países, sin importar <strong>la</strong><br />
quiebra de <strong>la</strong> pequeña y mediana industria de los países económicamente<br />
débiles. No cabía <strong>la</strong> menor duda, que los dueños de los grandes<br />
capitales no tienen alma. Estaba comportándome como un verdadero<br />
ejecutivo empresarial.<br />
—De acuerdo con lo que usted dice, debo incorporarme a <strong>la</strong> globalización;<br />
<strong>para</strong> ello deberé ampliar mi ramo comercial —le sonreí a<br />
Quique. Recordé el rancho donde residía junto con sus hermanos y su<br />
madre sacrificada, quien trabajaba remendando ropa. Una pregunta se<br />
paseaba por mi mente ¿qué más podía hacer mi pequeño amigo, además<br />
de limpiar zapatos?<br />
Cierto día, cuando compartíamos el almuerzo suministrado por <strong>la</strong><br />
empresa, con cierto tono de seguridad en sus pa<strong>la</strong>bras, me informó:<br />
—Creo que encontré otro ramo comercial, aparte de <strong>la</strong> compañía<br />
de servicios de limpieza y pulitura de calzado.<br />
La jerga de mi amigo causaba risa, sabía que se esmeraba en escuchar<br />
y repetir <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de los colegas, <strong>la</strong> cual reforzaba con <strong>la</strong>s informaciones,<br />
que en materia económica escuchaba en <strong>la</strong> televisión.<br />
Continuó conversando.<br />
—Hay un producto que tiene mucha demanda en el barrio. Si yo<br />
incursiono en su comercialización, conseguiré un buen capital <strong>para</strong><br />
montar una transnacional —le informé que eso no era fácil, que tenía que<br />
tener una infraestructura, capital, sistema de cobranzas, instrumentos<br />
especiales de comercialización tales como publicidad, facturas, formatos<br />
de todo tipo. En fin le hablé de muchas cosas, solo por el ejercicio de<br />
JNTTJ<br />
Quique. Biografía