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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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ozado con su mano sus púberes pechos. El<strong>la</strong>, en respuesta a los<br />

impulsos eróticos desmedidos de su gran amor, atendió su solicitud;<br />

armada de un ardiente e incontro<strong>la</strong>do p<strong>la</strong>cer puso sus <strong>la</strong>bios carnosos y<br />

húmedos en los de su sensual novio. Sabía, en su fuero interno, que en<br />

esa pelícu<strong>la</strong> no podría encontrar <strong>la</strong> respuesta adecuada <strong>para</strong> su tierna<br />

hija y le p<strong>la</strong>ticó, como suelen hacerlo <strong>la</strong>s madres asustada de <strong>la</strong> precocidad<br />

infantil.<br />

—Anita, ¿qué conversaciones son esas <strong>para</strong> una niñita de tu edad?<br />

—fue lo único que atinó a decir, preparándose por si Anita nuevamente<br />

insistía sobre <strong>la</strong> misma cuestión. Le dio temor pedirle que le describiera<br />

y le detal<strong>la</strong>ra los pormenores y <strong>la</strong>s escenas del sueño erótico por temor a<br />

enfrentarse a una cruda realidad.<br />

Durante una pausa en <strong>la</strong> conversación con <strong>la</strong> niña, también recordó<br />

el décimo día de <strong>la</strong> luna de miel, cuando fueron a <strong>la</strong> casa de un amigo de<br />

José Ángel quien tenía un betamax y de una manera picaresca le sugirió<br />

a su marido:<br />

—Pepe Ángel, como estás de luna de miel te voy a colocar una<br />

cinta muy excitante l<strong>la</strong>mada Garganta profunda que es lo último en erotismo<br />

en el Norte.<br />

Como estaban casados, su marido se imaginó que no tendría importancia<br />

que miraran juntos una pelícu<strong>la</strong> erótica. El inicio del film fue<br />

tierno y dulce pero luego comenzaron aparecer escenas muy ardientes y<br />

se acordó, como si fuera hoy, <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de José Ángel:<br />

—Esta pelícu<strong>la</strong> raya en <strong>la</strong> pornografía y tú mi amor, eres una mujer<br />

muy decente, por lo tanto no debes ver esta aberración.<br />

Al ponerse su marido de pie <strong>para</strong> retirarse de <strong>la</strong> casa del amigo<br />

observó, por algo muy notorio, que su marido estaba encendido de erotismo.<br />

Esa noche una vez que se acostaron fantaseó en su pensamiento,<br />

a escondidas de su marido, sobre lo poco que pudo recordar de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong>.<br />

En solitario, recordó que fue una ve<strong>la</strong>da cargada de sensualidad.<br />

—Pero, mami: ¿no quieres que te cuente mi sueño erótico?<br />

La voz dulce del ángel impedía que su madre abrigara malos pensamientos.<br />

La niña continuó <strong>la</strong> conversación sobre el tema:<br />

—Ayer en el colegio, durante el recreo, cuando estaba comiéndome<br />

<strong>la</strong> merienda, Andrés, el hijo de <strong>la</strong> vecina, el que estudia segundo grado,<br />

se colocó a mi <strong>la</strong>do y me dijo que lucía muy erótica —continuó Anita<br />

insistiendo a su madre sobre el mismo tópico—. Además, anoche en <strong>la</strong><br />

JOSSJ<br />

`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê

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