Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

hablar; sabía que el pobre Quique no tenía los medios para iniciar algún
tipo de actividad comercial, por lo tanto, le llevé la corriente.
Las visitas de Quique se hacían cada vez más espaciadas; algunas
veces, utilizaba el teléfono para hacerme llegar sus saludos o para pedirme
asesoría. Yo le seguía la corriente en su loca fantasía.
—Ya tengo el instrumento de cobranza, ese del que usted habló;
mi problema ahora es eliminar la competencia.
Estas fueron las primera palabras con las que me saludó. No me
quedó más que sonreírme; pensé en la desbordada imaginación de mi
querido párvulo. No me quedó más remedio que seguirle la corriente.
—Creo que mi negocio está globalizado. Evidentemente, la demanda
y la abundancia del rubro que comercializo permiten incorporación
de empresas emergentes en esta actividad comercial. Esto trae
como consecuencia una mayor competencia en el negocio.
Esta fue la última conversación que tuve con Quique. Comencé a
preocuparme; su vestimenta había cambiado notoriamente, ya no se
ocupaba de su trabajo de limpiabotas.
—Mire, doctor, el instrumento de cobranza me facilita el cobro de
deudas, pero las fluctuaciones del mercado me tienen preocupado, la
saturación de la mercancía hace que el precio baje constantemente —le
informé que eso pasaba en todas las economías. Por ejemplo, los precios
del petróleo fluctúan según sea invierno o verano, según que los
inventarios estén vacíos o estén abarrotados; según la producción aumente
o disminuya. Por eso los precios han oscilados entre $ 10 y $ 60
en los últimos diez años.
Una vez que terminé la información me pareció estúpida mi
actitud; a quien tenía frente de mí era un niño de doce años con una
mente fantasiosa, estimulada por las conversaciones que escuchaba en
la empresa y su afición por los programas de corte económico en la televisión.
Quizás, mis preocupaciones eran exageradas, a lo mejor su
madre había conseguido un hombre, quien le estaba dando dinero y la
situación económica de la familia había mejorado.
Tomé unas vacaciones por tres semanas. Durante mucho tiempo,
después del regreso, no supe de Quique. Pregunté por él y nadie tenía
alguna información sobre su paradero. Recordé que era tan solo un
niño, quizás había cambiado de sitio para limpiar zapatos, tendría nuevas
amistades y se había olvidado de las viejas. En fin, solo me quedaría
JNTUJ
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