Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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Onésimo subió, no sin antes despedirse de su amigo, sin que ninguno<br />
de los dos tuviera una explicación racional de lo que estaba sucediendo.<br />
Crisóstomo se despidió de Enésimo; se dirigió al cuartel que<br />
estaba en el pueblo de allá, caminaba con <strong>la</strong> cara cabizbaja con los ojos<br />
mirando al suelo, como queriendo encontrar <strong>la</strong> raya que se<strong>para</strong>ba los<br />
pueblos. Mientras andaba, en su cabeza le retumbaba una pa<strong>la</strong>bra que<br />
había escuchado a su sargento: Soberanía. Y pensó en voz alta:<br />
—¿Qué querrá decir esa pa<strong>la</strong>bra?<br />
Al llegar al cuartel se dirigió a <strong>la</strong> biblioteca; buscó en un vetusto<br />
diccionario <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra que tantas angustias y sinsabores le estaba ocasionando.<br />
“Soberanía: Estado del poder político de una nación o de un organismo<br />
que no está sometido al control de otra nación u organismo”. Así<br />
definía <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra que encontró Crisóstomo en el viejo diccionario. La<br />
confusión del joven fue mayor y musitó:<br />
—¿Cómo puede ser que una frase tan sencil<strong>la</strong> acarree tantos problemas<br />
a dos pueblos hermanos? —él no entendía nada, ni de política ni<br />
de organismo. Lo único que sabía era que Onésimo y él habían estudiado<br />
en <strong>la</strong> misma escue<strong>la</strong>, que jugaron fútbol desde pequeños y además,<br />
sus abuelos, sus padres y su familia habían cruzado <strong>la</strong> raya, desde tiempos<br />
inmemorables, cada vez que ellos querían. Recordó también que su<br />
familia estaba integrada por personas de acá y de allá de <strong>la</strong> raya.<br />
Cierto día, a Crisóstomo lo l<strong>la</strong>maron a formar fi<strong>la</strong>s; el comandante<br />
de <strong>la</strong> guarnición militar les iba a dar un discurso antes de dar inicio a <strong>la</strong>s<br />
prácticas militares. Algunas de <strong>la</strong>s frases de <strong>la</strong> arenga fueron:<br />
—Estimados soldados, <strong>la</strong> patria se siente orgullosa de <strong>contar</strong> con<br />
ustedes <strong>para</strong> defender los intereses de <strong>la</strong> nación. Todos tienen que tener<br />
presente que nuestros enemigos están allá, del otro <strong>la</strong>do de <strong>la</strong> frontera,<br />
ellos y sólo ellos, son los responsables de <strong>la</strong>s grandes ca<strong>la</strong>midades por <strong>la</strong>s<br />
que estamos atravesando.<br />
Al escuchar estas pa<strong>la</strong>bras, el enredo mental en que se mantenía<br />
aumentó mucho más. Crisóstomo estaba deseoso de que Onésimo estuviera<br />
a su <strong>la</strong>do <strong>para</strong> discutir todo esto, deseaba con vehemencia encontrar,<br />
entre los dos, una explicación y una solución a lo que estaba<br />
sucediendo, tal como lo hacían desde pequeños.<br />
El oficial continuó su alocución infundándole a los reclutas odios<br />
y resentimientos contra los habitantes del pueblo de allá. Había que<br />
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