Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
especie de embajadores, fueron a <strong>para</strong>r a una poceta a ocho mil metros<br />
de altura. Fueron sustituidos por unos cubitos de semen sajón y los<br />
otros, por el fluido seminal del negrito made in USA. Así los pequeños<br />
hielos usurpadores cruzaron el Atlántico <strong>para</strong> ser imp<strong>la</strong>ntados en una<br />
secretaria tropical, esposa de un ejecutivo japonés.<br />
Los sémenes conge<strong>la</strong>dos llegaron sin ningún problema. Los médicos<br />
tenían en sus manos <strong>la</strong>s dos muestras del líquido lechoso y observaron,<br />
a través de un microscopio, después que se desconge<strong>la</strong>ron, que<br />
los bichitos se movían con gran agilidad en ambas muestras, ávidos de<br />
desflorar cualquier óvulo que se le atravesara en sus caminos. Los animalitos,<br />
l<strong>la</strong>mados científicamente espermatozoides, estaban vivitos y<br />
coleando, por lo que decidieron someter ambas muestras a temperaturas<br />
diferentes a ver cuál de el<strong>la</strong>s, una vez imp<strong>la</strong>ntada en <strong>la</strong> vagina de <strong>la</strong><br />
secretaria ejecutiva, llegaran a través de los líquidos vaginales a ganar <strong>la</strong><br />
carrera; el premio sería un hermoso, apetitoso y virgen óvulo. ¡Qué<br />
buenas leches! Dos espermatozoides llegaron empatados <strong>para</strong> descargar<br />
sus ímpetus sexuales en un solo óvulo. Así comenzó <strong>la</strong> desgracia<br />
de mi hermano y <strong>la</strong> mía. Los espermatozoides que ganaron <strong>la</strong> carrera<br />
provenían de dos semen diferentes; uno de <strong>la</strong> muestra del negrito y el<br />
otro, de <strong>la</strong> del alemán.<br />
¿Qué resultó de esta vio<strong>la</strong>ción colectiva? Dos morochitos “idénticos”,<br />
pero con unas pocas diferencias: mi hermano rubio de pelo apretado,<br />
de tez b<strong>la</strong>nca, pecoso, con un ojo verde y otro azul, y yo, moreno<br />
tirando a zulú, el color de mi piel era como <strong>la</strong> de un caucho banda negra,<br />
con el pelo apretado y de color rojo, con un ojo amarillo y otro negro. De<br />
allí los nombres utilizados al comienzo de <strong>la</strong> historia. Habrase visto un<br />
par de esperpentos, creados, no por <strong>la</strong> gracia de Dios nuestro Señor, sino<br />
por <strong>la</strong> desgracia del diablo.<br />
Lo mejor de todo esto, era cuando salíamos a pasear. La gente nos<br />
observaba con detenimiento <strong>para</strong> com<strong>para</strong>rnos. Muchos de ellos se<br />
sonreían en <strong>la</strong>s narices de mi madre y en <strong>la</strong> de nosotros, y el gesto de <strong>la</strong><br />
sonrisa irónica iba acompañado con <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra sarcástica:<br />
—Tan bellos los morochitos, sacaron <strong>la</strong>s mismas facciones del<br />
padre. Se ve que <strong>la</strong> genética nipona predominó, de ti no sacaron nada.<br />
Imagínense el estado de ánimo de mi madre al escuchar esas estulticias.<br />
Pareció que el hado o Dios, nuestro Señor, se opusieron a <strong>la</strong> conformación<br />
de una cultura nipona tropicalizada. El mi<strong>la</strong>gro japonés en<br />
el tercer mundo nunca sería posible.<br />
JOPMJ<br />
`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê