Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
ayer <strong>para</strong> entretenerme en <strong>la</strong> irremediable espera. Atravesé una sa<strong>la</strong> sin<br />
mirar los muebles y después una cocina. Lo adiviné, por el olor a sopa<br />
de sobre con cubito. Finalmente, llegamos a un recibo donde estaban<br />
otras cuatro personas esperando. La muchacha de rostro joven femenino<br />
me aproximó una sil<strong>la</strong> y en el mismo tono indiferente, comentó:<br />
—Tome asiento. Espere que lo l<strong>la</strong>men.<br />
Vi alejarse a <strong>la</strong> muchacha. Fue cuando advertí que tendría unos<br />
diecisiete años bien conformados, estaba vestida con una bata vieja<br />
rota, casi transparente, debido a <strong>la</strong>s numerosas <strong>la</strong>vadas a <strong>la</strong>s que había<br />
sido sometida. Al retirarse, distraje <strong>la</strong> vista, mirándole <strong>la</strong> ropa interior<br />
que se dejaba entrever a través del atuendo, el cual adornaba y cubría un<br />
hermoso cuerpo. También pude fijarme en los bonitos pies descalzos,<br />
los cuales sostenían su espigada anatomía.<br />
Preferí no hab<strong>la</strong>r con mis acompañantes. Al recordar el periódico<br />
de ayer que tenía bajo <strong>la</strong> axi<strong>la</strong>, lo agarré y empecé a ojearlo sin detenerme<br />
en los textos, sólo leía los titu<strong>la</strong>res que informaban: “Asalto en<br />
un banco... Denuncias en el congreso por corrupción... Especu<strong>la</strong>ción<br />
en <strong>la</strong> venta de alimentos...” En el momento, pensé que el periódico de<br />
ayer refleja lo mismo que el periódico de hoy. ¿Para qué iba a comprar el<br />
periódico de mañana?<br />
—¿Y usted por qué vino? —ante <strong>la</strong> pregunta inesperada reparé en<br />
mis acompañantes. No puede ocultar <strong>la</strong> sorpresa. No estaba pre<strong>para</strong>do<br />
<strong>para</strong> hab<strong>la</strong>r con nadie. Recobré <strong>la</strong> calma cuando advertí que <strong>la</strong> pregunta<br />
no estaba dirigida a mí.<br />
Bajé de los ojos del periódico de ayer <strong>para</strong> observar quiénes compartían<br />
<strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de espera. Traté de utilizar <strong>la</strong> psicología doméstica <strong>para</strong><br />
adivinar <strong>la</strong> profesión u oficio y domicilio de cada uno de ellos.<br />
Entre mis acompañantes se encontraban dos damas y dos caballeros.<br />
Una de <strong>la</strong>s féminas tendría unos veinticinco años, morena, vestía<br />
ajustados pantalones blue jeans y una blusa muy pegada, lo cual evidenciaba<br />
<strong>la</strong> ausencia del sostén. Estaba tan corta, que mostraba el lindo,<br />
arrugado, profundo y hermoso ombligo. Además, usaba unos lentes<br />
oscuros p<strong>la</strong>yeros, como los que usan <strong>la</strong>s damas cuando entran y salen de<br />
los moteles situados en <strong>la</strong>s proximidades de <strong>la</strong>s carreteras que conducen<br />
a <strong>la</strong> capital. Si no estaba equivocado, <strong>la</strong> niña podría ser una aprendiz de<br />
modelo. Quizás residiría en unas de esas urbanizaciones que tienen<br />
hasta cuarenta superbloques. No pude descubrir el color de sus ojos<br />
JNQJ<br />
`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê