Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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Quique, me siento en <strong>la</strong> obligación de escribir su biografía; debido a su<br />
vida fugaz, no pasará de unas pocas cuartil<strong>la</strong>s.<br />
El interesado en esta lectura, se preguntará ¿pero quién es Quique?<br />
Bueno, Quique fue un limpiabotas que cierto mediodía, con anuencia<br />
de <strong>la</strong> dirección de <strong>la</strong> empresa de economía y finanzas donde trabajo,<br />
limpiaba los zapatos a varios ejecutivos. En uno de esos mediodías, en<br />
mi hora de almuerzo, me sorprendió con <strong>la</strong>s siguientes pa<strong>la</strong>bras:<br />
—Doctor, si usted no quiere que me dedique a delinquir y me convierta<br />
en enemigo de <strong>la</strong> sociedad, monte sus zapatos sobre mi instrumento<br />
de trabajo. Yo se los limpio, se los pulo, cance<strong>la</strong> mi <strong>la</strong>bor y nuestra<br />
re<strong>la</strong>ción obrero-patronal quedará satisfecha —levanté <strong>la</strong> mirada del<br />
p<strong>la</strong>to donde había un muslo de pollo, una ración de arroz con ensa<strong>la</strong>da<br />
(cortesía de <strong>la</strong> empresa) y dirigí mi vista hacia el simpático rapaz. Sin<br />
mediar pa<strong>la</strong>bra alguna, coloqué uno de mis zapatos sobre el cajón y de<br />
inmediato comenzó su trabajo. Una vez concluida <strong>la</strong> jornada, cancelé lo<br />
convenido y el joven abandonó tranqui<strong>la</strong>mente <strong>la</strong> oficina.<br />
Así se estableció mi re<strong>la</strong>ción con Quique. Personaje, quien a lo<br />
sumo tendría unos doce años y como frecuentaba <strong>la</strong>s diferentes oficinas<br />
de <strong>la</strong> empresa, se familiarizó con el lenguaje que mis colegas utilizaban;<br />
por eso el mozalbete se sentía como uno de nosotros. Me<br />
enteré de su nombre porque después de muchas operaciones de limpieza<br />
se lo pregunté.<br />
—Para nuestras re<strong>la</strong>ciones de negocio me l<strong>la</strong>marás Enrique y <strong>para</strong><br />
los tratos menos formales, simplemente Quique, tal como lo hacen mis<br />
colegas, por lo que podrás utilizar éste <strong>para</strong> los vínculos no <strong>la</strong>borales.<br />
El personaje era muy simpático; muchas de <strong>la</strong>s veces, cuando <strong>la</strong><br />
comida no me gustaba, se <strong>la</strong> rega<strong>la</strong>ba. Él me confiaba su gratitud con<br />
estas pa<strong>la</strong>bras cargada de cierta donosura: “Los activos de mi empresa se<br />
incrementarán como consecuencia del ahorro en otros rubros”. Cierta<br />
vez, cuando atacaba fieramente un duro bistec con unos tenedores de<br />
plástico, Quique me observaba con detenimiento y me preguntó:<br />
—Doctor, ¿<strong>para</strong> qué sirve <strong>la</strong> economía y <strong>la</strong>s finanzas, si mi abuelo,<br />
mi mamá y ahora yo, que siempre hemos ahorrado y trabajado, y desde<br />
que mi memoria funciona, recuerdo que hemos vivido en el cerro y creo<br />
que nunca podremos salir de esa mugre?<br />
¿Qué podría decirle a esta criatura? Él no entendería sobre modelos<br />
macroeconómicos, sobre variables estadísticas, sobre <strong>la</strong> teoría de los<br />
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