Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

Catastro-fe
Ustedes no lo creerán, pero pueden preguntárselo a María Alejandra
Duque Aristiguieta a quien tengo sentada a mi lado. Todo es
completamente cierto, sucedió hace muchos años, tantos que ya ni recuerdo
cuándo. Lo que sí puedo rememorar es que la génesis fue en la
oficina de catastro.
Durante cierta temporada, cuando estudiaba en Filadelfia, recibí
la visita de mi tía, y por cosas del destino, la muerte la sorprendió por
esas tierras extrañas, bien lejos de la capital suramericana que la vio
nacer. Como único heredero, me encargué de los aspectos mortuorios,
de su incineración y de todo aquello que involucra estas lamentables
situaciones.
Cuando finalicé los estudios decidí regresar al país; una vez establecido
en mi ciudad natal, inicié las diligencias pertinentes para poner
a mi nombre la propiedad que había heredado de la tía difunta. Así que,
tomé la decisión de dirigirme a la oficina de catastro, lugar donde debía
tramitar el cambio de nombre de la propiedad heredada. Es en este
sitio donde se inicia mi historia.
Todas las mañanas al levantarme saco una carta del tarot con la
intención de conocer parte de mi destino durante el transcurso del día.
Al salir de la cama, cuando comienza mi aventura, cuál no sería mi sorpresa
que al develar la carta me sale “la rueda de la fortuna” en su posición
OQT