Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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apartamento. Durante tres días seguidos hicimos el amor, con tanta<br />
pasión, que nos olvidamos de <strong>la</strong> oficina de catastro, hasta que <strong>la</strong> joven me<br />
invitó a retomar nuestra vida normal.<br />
Me levanté temprano, tomé una carta y salió “<strong>la</strong> justicia” derecha.<br />
Ésta auguraba equidad, moderación en todas <strong>la</strong>s cosas y una cierta esperanza.<br />
Imaginé a los hombres antiguos consultando el tarot <strong>para</strong> <strong>la</strong> resolución<br />
de todos sus problemas, tal como lo yo lo hacía en <strong>la</strong> actualidad.<br />
Tenía fe y esperanza en <strong>la</strong> oficina de catastro. Tomé una máquina de<br />
escribir portátil <strong>para</strong> llenar <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s en el local del ministerio, nos<br />
dirigimos al correo a conseguir <strong>la</strong>s estampil<strong>la</strong>s y de allí nos fuimos nuevamente,<br />
a <strong>la</strong> oficina de catastro.<br />
Nuevamente estábamos frente a <strong>la</strong> primera ventanil<strong>la</strong>. Taquil<strong>la</strong><br />
uno: aquí están sus números. Taquil<strong>la</strong> dos: tome sus p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s. Llené <strong>la</strong>s<br />
p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s y coloqué el timbre fiscal. Taquil<strong>la</strong> tres: revisión de <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s;<br />
correcto. “Pase a <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong> cuatro”. Entregué <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s a <strong>la</strong> empleada<br />
de <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong> cuatro, quien nuevamente se estaba tomando un sancocho.<br />
Con <strong>la</strong> finalidad de evitar que <strong>la</strong> funcionaria cuatro derramara parte de <strong>la</strong><br />
sopa sobre los documentos, le sugerí a <strong>la</strong> señora que me permitiera el<br />
p<strong>la</strong>to, que yo lo sostendría mientras el<strong>la</strong> leía con detenimiento <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>.<br />
La funcionaria cuatro aceptó.<br />
—Es un cruzado de carite fresco con jurel salpreso; lo preparó mi<br />
suegra. Mientras leo los papeles, por favor, triture <strong>la</strong>s vitual<strong>la</strong>s; era lo<br />
que estaba haciendo antes que ustedes llegaran —de inmediato, tomé<br />
el tenedor; comencé desmenuzar con afán <strong>la</strong> auyama, el ocumo y el<br />
plátano verde que estaba un poco duro. La empleada, leía con detenimiento<br />
<strong>la</strong>s p<strong>la</strong>nil<strong>la</strong>s y con un movimiento vertical hacia abajo confirmaba<br />
lo bien hecho del documento.<br />
—Si ustedes quieren, mientras termino de leer, prueben el sancocho,<br />
todavía queda un resto en <strong>la</strong> ol<strong>la</strong>.<br />
Me dio una cuchara <strong>para</strong> que llevara a cabo tal operación. Para no<br />
ofender <strong>la</strong> sensibilidad de <strong>la</strong> funcionaria cuatro, <strong>la</strong> agarré y tomé un<br />
sorbo, le di una cucharadita a María Alejandra, quien igual que yo,<br />
estaba de acuerdo en <strong>la</strong> buena sazón de <strong>la</strong> suegra de <strong>la</strong> funcionaria. Para<br />
no ser mal educado, le di un poquito a <strong>la</strong> empleada <strong>para</strong> que probara mi<br />
trabajo de triturador. Después que retiré <strong>la</strong> cuchara de su boca, siguió<br />
moviendo su cabeza hacia abajo, no sé si aprobando los documentos o<br />
corroborando mi buen trabajo culinario con <strong>la</strong>s vitual<strong>la</strong>s del sancocho.<br />
JORRJ<br />
Catastro-fe