Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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raya, por lo que <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong>s dos nacionalidades estaban inextricablemente<br />
ligadas entre sí.<br />
Crisóstomo y Onésimo eran personajes conocidos, integraban conjuntos<br />
musicales que amenizaban los jolgorios de acá y de allá. Además,<br />
formaban parte de <strong>la</strong> banda musical que interpretaba <strong>la</strong> música sacra en<br />
<strong>la</strong>s fiestas patronales, a lo <strong>la</strong>rgo del recorrido por <strong>la</strong>s calles de ambos pueblos;<br />
porque hasta el santo era el mismo patrono en ambas regiones.<br />
Una so<strong>la</strong> situación logró que los dos amigos se se<strong>para</strong>ran. Con <strong>la</strong><br />
finalidad de que los jóvenes pagaran el servicio a <strong>la</strong> patria, se inició <strong>la</strong><br />
recluta en ambos <strong>la</strong>dos de <strong>la</strong> raya, tal como lo establecía <strong>la</strong>s leyes y los<br />
reg<strong>la</strong>mentos de <strong>la</strong>s naciones vecinas. Había que forjarles a los jóvenes <strong>la</strong><br />
pasión y el amor por sus países, a través del servicio militar obligatorio.<br />
A ellos había que afianzarles el sentimiento de <strong>la</strong> nacionalidad <strong>para</strong><br />
formar ciudadanos útiles a <strong>la</strong>s repúblicas.<br />
—Onésimo, dice el sargento que <strong>la</strong>s cosas entre nosotros no están<br />
muy buenas. ¿Qué estará pasando? —así iniciaba Crisóstomo <strong>la</strong> conversación<br />
en una esquina de su pueblo, en un día libre de sus prácticas<br />
militares.<br />
—Sí, tienes razón, parece que algo anda mal entre ustedes y nosotros.<br />
El comandante, cuando forma <strong>la</strong> tropa, todos los días también nos<br />
informa que debemos estar prevenidos contra los enemigos que habitan<br />
del otro <strong>la</strong>do de a frontera. Según él, ustedes nos están quitando<br />
parte de nuestro patrimonio territorial —fue <strong>la</strong> respuesta que le dio<br />
Onésimo a su amigo Crisóstomo.<br />
Los habitantes de ambos pueblos observaban, con sorpresa, ciertos<br />
movimientos raros de los carruajes militares. Ninguno de los lugareños,<br />
moradores de ambos <strong>la</strong>dos de <strong>la</strong> raya, podía explicar lo que estaba ocurriendo.<br />
Los del <strong>la</strong>do de allá, veían que sus soldados con cascos recorrían<br />
<strong>la</strong>s calles del pueblo, dotados con uniformes y armas <strong>la</strong>rgas nuevas recién<br />
adquiridas. Los del pueblo de acá, observaban —no sin asombro— a los<br />
reservistas trotando, haciendo ejercicios y prácticas militares, con más<br />
frecuencia de lo normal. En ambas pob<strong>la</strong>ciones se observaban carros<br />
militares con muchos soldados fuertemente armados recorriendo <strong>la</strong>s<br />
calles polvorientas.<br />
Las conversaciones de Crisóstomo y Onésimo, siguieron, pero no<br />
con el mismo entusiasmo de siempre. Los juegos, los chismes y <strong>la</strong>s<br />
ocurrencias de <strong>la</strong>s personas de su pueblo ya no estaban presentes en sus