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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê<br />

No entendía cómo una estatua cambiara de representado cada cinco<br />

años. Andrés Octavio, cuenta en su re<strong>la</strong>to, que afinó el oído <strong>para</strong> escuchar<br />

con detenimiento <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del alcalde.<br />

El escultor tuvo un acierto cuando representó al coronel don Miguel<br />

de Alvarado Altamirano en una estatua, donde se destaca una <strong>la</strong>nza.<br />

Esta simboliza el valor con el cual nuestro patriota combatió los ejércitos<br />

de su majestad. En el escudo observamos un manojo de espigas; el<strong>la</strong>s<br />

representan <strong>la</strong> extensa l<strong>la</strong>nura por donde guerreó nuestro augusto personaje;<br />

además, un hermoso caballo. Con ese animal recorrió nuestras p<strong>la</strong>nicies<br />

persiguiendo y derrotando con su <strong>la</strong>nza vencedora al oprobioso<br />

ibero. Finalmente, miren el libro abierto, en él se patentiza <strong>la</strong> solidaridad<br />

con el acta de independencia, a <strong>la</strong> cual había jurado defender”.<br />

Cualquiera que siga el re<strong>la</strong>to de Andrés Octavio debe tener presente<br />

<strong>la</strong> sorpresa que el referido discurso causaba a nuestro devoto de<br />

San Vanitum. Toda <strong>la</strong> culpa de lo sucedido se <strong>la</strong> echó a <strong>la</strong>s sectas evangélicas<br />

que estaban modificando el patrimonio religioso de su comunidad.<br />

Olvidemos <strong>la</strong>s interpretaciones políticas y religiosas de nuestro<br />

re<strong>la</strong>tor y leamos el final del discurso.<br />

“Quiero agradecer a los presentes, pero en especial a Don Melecio,<br />

quien con elegante prosa logró recopi<strong>la</strong>r en un libro, al que catalogo<br />

como un gran poema épico, simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> prosa de Homero. En éste, describe<br />

<strong>la</strong>s gloriosas batal<strong>la</strong>s donde participó nuestro eximio Coronel. Dicho<br />

compendio pueden adquirirlo en <strong>la</strong> alcaldía por una módica suma.<br />

De igual manera, quiero destacar <strong>la</strong> presencia de doña Apascacia Ruiz<br />

de Carmona y Altamirano, pariente consanguínea, en tercera generación,<br />

de nuestro homenajeado. Finalmente, deseo que los aquí presentes<br />

secunden una moción que dejo gravitar en este augusto auditorio:<br />

deseo que el coronel don Miguel de Alvarado Altamirano sea dec<strong>la</strong>rado<br />

hijo ilustre de este pueblo”.<br />

De acuerdo con <strong>la</strong> lectura, tuve <strong>la</strong> impresión que <strong>la</strong> propuesta <strong>la</strong><br />

aprobaron con un profuso ap<strong>la</strong>uso por unanimidad. De esta manera, el<br />

alcalde finalizó su discurso. Andrés Octavio continuó describiendo lo<br />

presenciado.<br />

“De inmediato dirigí <strong>la</strong> mirada hacia don Melecio, aunque muy<br />

viejo, se distinguía entre sus arrugas una escuálida sonrisa de satisfacción.<br />

También pude observar a doña Apascacia, <strong>la</strong> tenían sentada en una sil<strong>la</strong><br />

de cuero de chivo, cual personaje inmortal. Parecía una momia viviente,

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