Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—Pasaron años y años, no sabía nada sobre mi situación legal. Me<br />
asignaron un defensor público con quien conversé sobre mi expediente,<br />
recomendándome que alejara <strong>la</strong>s preocupaciones, que al nomás salir de<br />
ciento veinticinco expedientes que tenía de<strong>la</strong>nte del mío se ocuparía de<br />
mi caso. Una vez se acercó un abogado a mi sitio de reclusión. Refirió<br />
que mi situación no era grave, que consiguiera medio millón y todo se<br />
arreg<strong>la</strong>ría. Le comuniqué, con mucha tristeza: los héroes de <strong>la</strong> patria<br />
tenemos medal<strong>la</strong>s pero nada de dinero. Después vino otro picapleitos,<br />
participándome que había estudiado muy bien mi expediente, revisado<br />
los alegatos de <strong>la</strong> parte acusadora; además, conocía mis méritos de<br />
reservista y de mis medal<strong>la</strong>s. Que <strong>para</strong> el próximo mes el presidente de<br />
<strong>la</strong> república iba a conceder algunos indultos. La emoción dibujó mi<br />
rostro, enseguida pensé que mi <strong>la</strong>bor como soldado de grandes merecimientos<br />
no <strong>la</strong> podían olvidar. Recuerdo, que el abogado continuó <strong>la</strong><br />
conversación y reiteró: “Pero con <strong>la</strong> finalidad de agilizar el papeleo… tú<br />
sabes cómo son esas cosas… debes conseguirme doscientos mil”. El<br />
leguleyo debió ver en mis ojos <strong>la</strong> ira, <strong>la</strong> rabia. La fisonomía de mi rostro<br />
y los músculos de mis manos se tensaron, deseaba con vehemencia realizar<br />
el único trabajo <strong>para</strong> el cual había sido entrenado. Quise matarlo<br />
con mis propias manos, pero afortunadamente, <strong>para</strong> el bien de los dos,<br />
el abogado abandonó asustado <strong>la</strong> celda. Han pasado diez años y todavía<br />
no sé qué hacer. Parece que nadie está preocupado por los héroes de <strong>la</strong><br />
patria. A nadie le interesa solucionarle un problema a un apóstol de <strong>la</strong><br />
paz, de <strong>la</strong> democracia y <strong>la</strong> libertad. Tengo que pagar por matar a un<br />
hombre, después que el gobierno me premió por matar a más de treinta.<br />
Escríbalo ahí, licenciado.<br />
JVRJ<br />
Los héroes de mi patria<br />
ã~êòç NVUQ