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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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Al llegar a <strong>la</strong> oficina de catastro una duda invadió mi cuerpo, eran<br />

esos presagios de los que uno sabe que algo va a suceder pero implícitamente<br />

uno desconoce lo que va a ocurrir. Mis aprendizajes sobre el yinyang,<br />

me informaba que se había roto el equilibrio entre el bien y el<br />

mal; entre lo c<strong>la</strong>ro y lo oscuro; entre <strong>la</strong> derecha y <strong>la</strong> izquierda. Preferí<br />

creer que el tarot se había equivocado.<br />

Advertí <strong>la</strong> aprehensión de mi esposa, pues <strong>la</strong> tenía tomada de <strong>la</strong><br />

mano. No estaba <strong>la</strong> farandulera, ni <strong>la</strong> cornuda, ni <strong>la</strong> sancochera, en fin<br />

había una nueva fauna encerrada tras <strong>la</strong>s taquil<strong>la</strong>s. Mientras me encontraba<br />

haciendo esas reflexiones, se nos acercó un funcionario de catastro<br />

de rostro <strong>para</strong> mí desconocido. Preguntó <strong>la</strong> razón de nuestra presencia<br />

en el lugar. Le conté, le mostré el recibo, le hablé de mis conflictos, de mi<br />

matrimonio, le informé que mi señora estaba embarazada, le referí<br />

cómo trituraba <strong>la</strong>s verduras y le dije que estábamos a <strong>la</strong> orden <strong>para</strong><br />

hacerle <strong>la</strong> manicura. No sé qué me pasó, no sabía a ciencia cierta porqué<br />

le decía todo esto. María Alejandra con su prominente barrigota le<br />

manifestó:<br />

—Aquí tengo solo brillo por si necesita arreg<strong>la</strong>rse <strong>la</strong>s uñas.<br />

He reflexionado sobre nuestra conducta y creo que estábamos a<br />

punto de un ataque o de un co<strong>la</strong>pso nervioso o de un accidente cardiovascu<strong>la</strong>r.<br />

—Señores, a esta dependencia se le está practicando una auditoría;<br />

se tiene <strong>la</strong> presunción que lo antiguos funcionarios de esta dependencia<br />

están incursos en problemas de corrupción y por lo tanto, no operará<br />

hasta nuevo aviso.<br />

Esto no podía ser, el señor estaba bromeando. María Alejandra, le<br />

contó todas <strong>la</strong>s peripecias que tuvimos que realizar <strong>para</strong> conseguir cada<br />

uno de los recaudos solicitados por <strong>la</strong>s seis taquil<strong>la</strong>s que habíamos visitado.<br />

El señor, eficiente en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, como cualquier empleado nuevo,<br />

nos informó:<br />

—Los antiguos funcionarios corruptos, se llevaron los archivos<br />

<strong>para</strong> su casa y da <strong>la</strong> impresión que los quemaron, <strong>para</strong> que no se encontraran<br />

evidencias de los hechos punibles.<br />

Cuando nos despertamos estábamos en el hospital psiquiátrico,<br />

cada uno amarrado con camisas de fuerzas. Nos mantuvieron internados<br />

durante una semana hasta que consideraron que estábamos fuera<br />

de peligro. Mucho tiempo después, nos enteramos que salimos como<br />

JOSPJ<br />

Catastro-fe

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