Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

JOQNJ
El proyecto de un connotado ciudadano
te excepcional; con sólo mirarlo podían conocer las grandes dotes y
capacidad intelectual del bachiller. La introducción continuó tal como
se esperaba:
—Es necesario que exista un acuerdo político entre las diferentes
potencias económicas con el fin de plantearse la elaboración de un proyecto,
el cual sacará a los países sudamericanos y africanos del subdesarrollo
en que se encuentran.
Los académicos, ante estas últimas palabras, observaron con detenimiento
los dos grandes volúmenes de la tesis que no habían leído;
todos ellos tenían referencias de la calidad del futuro graduado, hicieron
un ademán para hacer alguna consulta entre ellos y luego de ciertas deliberaciones,
el presidente del jurado tomó la palabra:
—Bachiller Vaamonde: todos sabemos que usted está trabajando
en un interesante proyecto que sacará a los países tercermundistas del
marasmo económico en que se encuentran. Consideramos que es un
insulto a su inteligencia discutir los argumentos de este excelente trabajo,
por lo que hemos acordado aprobar con nota sobresaliente su tesis
de grado. Además, le queremos dar la buena noticia que por su calidad,
la recomendaremos, por unanimidad, para que sea publicada por
nuestra prestigiosa universidad. Los tres académicos estamparon sus
improntas en el acta, en reconocimiento del excelente trabajo del novel
licenciado Andrés Luciano Vaamonde de la Hoz. El nuevo profesional
se retiró al final del salón, sacó el cuaderno de notas: pensaba y escribía.
Los tres académicos se retiraron, pensaban en los beneficios que
producía la decisión que acababan de tomar. En el próximo mes se
escogería en el partido los candidatos para rector, vicerrectores y
decanos de las diferentes facultades del Alma Mater.
El futuro de Andrés Luciano estaba marcado. Su padre lo mandó a
estudiar a Inglaterra para que hiciera la maestría, el doctorado y el Phd.
Para que sus estudios no lo desvincularan del pensamiento político en
el ámbito internacional, le consiguió una secretaría cultural en la embajada.
Lamentablemente nunca obtuvo la maestría, ni otro título académico.
Cuando tenía que presentar un examen o un trabajo regresaba al
país para realizar unas consultas sobre el proyecto en que estaba trabajando
desde hacía muchos años.
Cuando Andrés llegaba a su terruño, el senador Vaamonde, junto
a otros miembros del partido le preparaban un pomposo recibimiento