Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

Diálogos con el vividor
—Tú me preguntas: ¿qué entiendo yo por vivir? La respuesta es
muy sencilla. Vivir no es levantarse, irse a trabajar, comer y dormir, ni
tampoco, repetir cada día lo mismo que el día anterior. Yo diría, que
esos son los ciclos vitales que les aseguran a los humanos la existencia.
La vida es poner los cinco sentidos, sí es que no hay más, al servicio de
uno. Vivir es deleitarse con los ojos: mirar un paisaje, aguzar los sentidos
ante una obra pictórica como un Rubens, embelesarse dando una
ojeada y si es posible, tocar la Venus de Milo. Escuchar una bella
melodía, por ejemplo el Aleluya de Händel. Vivir, es sentir en tu mano
la piel sensible de un cuerpo femenino y experimentar por todo el organismo
la forma como mana el flujo sanguíneo. Como un correo que
avisa al cerebro del gran éxtasis en que uno se encuentra —estas fueron
las palabras de Idelfonso Corbiére, conocido en el pueblo del Yunque
con el seudónimo del “Francés”.
La pregunta que cabe formular es la siguiente ¿qué hacía un francés
culto por estas tierras olvidadas de Dios? Todos sabemos que para
llegar a este orbe hay que atravesar seis horas de carretera de tierra,
desde la capital de la provincia, donde el único paisaje son unas piedras.
Las figuras pétreas, todos los días reclaman al sol lo implacable que ha
sido con éstas. Los nacidos en El Yunque afirman, que ya las formas
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