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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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los dedos comenzaron a emanar torrentes de lágrimas, <strong>para</strong> demostrarle<br />

a <strong>la</strong> niña su amor desmedido y afecto desinteresado. Albanieves,<br />

arrimándose al hombrecito llorón, le pasó suavemente <strong>la</strong> mano, mesándole<br />

los sedosos cabellos, en gesto de agradecimiento y en tono<br />

dulce le refirió:<br />

—No temas, Reagan, recuerda que en los numerosos viajes que<br />

hice a crédito, cuando el dó<strong>la</strong>r estaba barato, fui a África y el Duende<br />

que Camina (señor Walker <strong>para</strong> los que llegaron tarde). El héroe<br />

enmascarado estampó <strong>la</strong> buena marca del fantasma en mis nalgas por<br />

mis servicios prestados a Gurán. Esta señal es una protección contra<br />

los daños; estoy inmune al SIDA y a otras enfermedades de transmisión<br />

sexual.<br />

Reagan <strong>la</strong> miró con sus ojos rojos empañados de lágrimas y descubrió<br />

entre el rímel y <strong>la</strong> sombra de los ojos, <strong>la</strong> mirada tierna y protectora<br />

de <strong>la</strong> guardiana.<br />

Entonces, intervino el más tímido de los hombrecitos, el más pequeño,<br />

el más consentido de Albanieves, por esto andaba siempre<br />

pegado de <strong>la</strong> falda o a los ceñidos pantalones del hada tratando de<br />

sacarle <strong>la</strong>s monedas que el<strong>la</strong> siempre llevaba en los bolsillos.<br />

—Me dijeron que el príncipe Alicán va a hacer un sancocho de pescado<br />

en una gran ol<strong>la</strong>. Debes tener cuidado de no tragarte una espina.<br />

Además, estoy enterado que <strong>para</strong> <strong>la</strong> recepción va Ramona <strong>la</strong> buscapleitos<br />

y el<strong>la</strong> juró vengarse; supo que Martinito, el cajero del supermercado,<br />

el que te rega<strong>la</strong> <strong>la</strong>s prestobarbas <strong>para</strong> nosotros, está enamorado de<br />

ti —así hab<strong>la</strong>ba Ratónperez, el más pequeño de los chiquitos y continuó—:<br />

Tú sabes, puede ser que Ramona, <strong>la</strong> buscapleito, te empuje<br />

dentro de <strong>la</strong> ol<strong>la</strong> de <strong>la</strong> sopa; si eso llega a suceder, Ratónperez lo siente y<br />

lo llora —Albanieves comprendió <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras afectivas del pequeñín y<br />

respondió con su voz encantadora.<br />

—Martinito, también le rega<strong>la</strong> prestobarba a Cami<strong>la</strong> <strong>la</strong> bigotuda,<br />

<strong>para</strong> que el<strong>la</strong> se afeite el bozo y <strong>la</strong> buscapleito, no le ha hecho nada, por<br />

lo tanto no debes preocuparte.<br />

Gorbachov, el hombrecito más conspicuo de todos, a quien le estaban<br />

consiguiendo una cédu<strong>la</strong> falsa a través de unos amigos que tiene en<br />

Extranjería, a cambio de una fórmu<strong>la</strong> que él había inventado <strong>para</strong> pegar<br />

cuatro números de un terminal, hizo profundas reflexiones verbales.<br />

—Albita, tú, más que todos sabes del aprecio y del afecto que te<br />

profesamos, debes tener mucho cuidado. Si te dan arepa con perico<br />

JTTJ<br />

Albanieves y los siete chiquitos

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