Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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Resultó que <strong>la</strong> joven de g<strong>la</strong>uca mirada y de bel<strong>la</strong> figura, tenía<br />
muchos años viviendo en Basilea, es decir en Suiza. Por cosas del destino,<br />
su madre murió por esas tierras lejanas mientras visitaba a su hija.<br />
Tal como pasó conmigo, el<strong>la</strong> era su única heredera; por lo tanto, venía a<br />
vender <strong>la</strong>s propiedades de <strong>la</strong> finada. Ahora, se veía obligada a realizar<br />
algunas diligencias, <strong>la</strong>s cuales debían partir de <strong>la</strong> oficina donde afortunadamente<br />
nos encontramos. Le referí que estábamos en circunstancias<br />
simi<strong>la</strong>res, y por lo tanto nos convertía en parias de <strong>la</strong> fortuna.<br />
Hicimos <strong>la</strong>s presentaciones de ley. Me informó que su nombre era<br />
María Alejandra Duque Aristiguieta; por no tener familia ni amigas en<br />
<strong>la</strong> capital, se encontraba hospedada en un hotel. Tomé sus últimas<br />
pa<strong>la</strong>bras y recordé <strong>la</strong> carta del tarot que me había salido en <strong>la</strong> mañana:<br />
“La paciencia será recompensada”, susurré, pensando en voz alta.<br />
Como no tenía compromisos durante el fin de semana, ofrecí acompañar<strong>la</strong><br />
durante los días que se resolviera el asunto. Acordamos que iría a<br />
buscar<strong>la</strong> al hotel; de esta manera nuestro feriado sería menos aburrido.<br />
Pasamos un lindo fin de semana, fuimos al teatro, al cine, almorzamos<br />
y cenamos juntos. Conversamos de nuestros problemas y de<br />
nuestros gustos comunes, habló de su educación en <strong>la</strong> república helvética<br />
y de su facilidad <strong>para</strong> hab<strong>la</strong>r italiano, francés y alemán. P<strong>la</strong>ticamos,<br />
hasta que llegamos al lugar que nos vinculó, el de <strong>la</strong> muerte de su madre<br />
mientras <strong>la</strong> visitaba en Suiza y del deceso de mi tía mientras yo estaba<br />
en Fi<strong>la</strong>delfia. Fueron tantos los puntos de coincidencia, que parecía<br />
que el destino y el infortunio nos unían. Recordé que el domingo antes<br />
de encontrarme con el<strong>la</strong>, <strong>la</strong> carta del tarot “<strong>la</strong> temp<strong>la</strong>nza” salió derecha;<br />
cuyo significado, es <strong>la</strong> de una armoniosa asociación y un amor sin<br />
pasión. Tuve duda de <strong>la</strong> carta, <strong>la</strong> hermosura de María Alejandra hacía<br />
imposible amar<strong>la</strong> desapasionadamente. Luego nos despedimos con <strong>la</strong><br />
seguridad de que nos encontraríamos en <strong>la</strong> oficina de catastro.<br />
Antes de ir al sitio donde iba a realizar <strong>la</strong>s diligencias, tomé una<br />
carta del tarot como era mi costumbre. Salió “<strong>la</strong> muerte” invertida; ésta<br />
indicaba un desastre, fatalidad, fracaso en lo p<strong>la</strong>neado. Me sonreí y no lo<br />
tomé en serio. ¿Cómo podía pasarlo mal al <strong>la</strong>do de María Alejandra?<br />
Llegamos casi juntos, muy temprano en <strong>la</strong> mañana a <strong>la</strong> oficina de<br />
catastro. Saludé efusivamente a mi nueva amiga. Encontramos a <strong>la</strong><br />
funcionaria sumamente ocupada quitándose <strong>la</strong> vieja pintura de <strong>la</strong>s uñas<br />
con un algodón empapado de acetona. Nos dirigimos a <strong>la</strong> taquil<strong>la</strong>, interrumpiendo<br />
en su tarea a <strong>la</strong> afanosa funcionaria, aspirábamos recibir de<br />
JOQVJ<br />
Catastro-fe