Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

Libertad
Si mal no recuerdo tres fueron los legados de la revolución francesa,
estos son: “libertad”, “igualdad” y “fraternidad”. Mucha ha sido la sangre
que se ha derramado en los diferentes campos de batallas para que esa
herencia gala se haya universalizado. Y yo, como ferviente creyente de la
democracia he tomado para mí el primero de ellos como bandera, es
decir el de la emancipación. A través de toda mi vida luché por mi independencia
y hago uso de ésta como un valor ligado inextricablemente a
mi persona. Me considero un hombre libre, emancipado y por esto he
peleado para conseguirlo, para corroborarlo continúe leyendo.
Nací en una típica familia de clase media: mi padre, hombre autoritario,
mujeriego, alcohólico y machista. Mi madre, una mujer monomaníaca,
histérica, hipocondríaca, sumisa ante la palabra despótica del
jefe de la casa y una hermana, la preferida de mis padres, convertida en
una niña malcriada a los que todos tenían que prodigarle, sin merecerlo,
una mayor atención.
Mi padre, como funcionario de un gobierno democrático, nos
inculcó los beneficios de la democracia y entre estos, estaba el de la
libertad. Por lo anterior me crié dentro de lo que podía llamarse una
democracia en pequeño. El cabeza de la casa nos hacía ver las ventajas
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