Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
JNTRJ<br />
Quique. Biografía<br />
mercados, sobre <strong>la</strong> globalización, etc.; quizás allí estaba <strong>la</strong> respuesta <strong>para</strong><br />
aliviar <strong>la</strong> miseria de muchos de los habitantes de <strong>la</strong> Tierra.<br />
—Doctor, usted está más jodido que yo, como puedo ver, tiene que<br />
comerse ese bistec, el cual está más duro que <strong>la</strong> sue<strong>la</strong> de este zapato.<br />
Comprendo, que es el almuerzo que <strong>la</strong> empresa le proporciona. En cambio,<br />
yo tengo mi propia compañía, por lo tanto yo puedo comer lo que<br />
quiero.<br />
Reflexioné por un instante sobre <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de mi interlocutor; le<br />
informé que trabajaba como economista <strong>para</strong> una empresa de economía<br />
y finanzas. El cargo que desempeñaba tenía carácter ejecutivo,<br />
por lo que devengaba un sueldo más o menos bueno; además, no<br />
siempre <strong>la</strong> comida era tan ma<strong>la</strong>. “Pero si los economistas son importantes<br />
¿por qué los ministros de hacienda no son graduados como<br />
usted?” No le di respuesta alguna; de inmediato pensé que <strong>la</strong> mayoría<br />
de los muchachos ven programas de comiquitas en <strong>la</strong> televisión, pero a<br />
mí me había acercado uno que veía los noticieros económicos. Sin<br />
embargo, recordé que el último ministro de Hacienda era un psicólogo<br />
con un curso de contabilidad de año y medio, en una academia que se<br />
cursa por correspondencia.<br />
Con todo y lo fastidioso de mi personaje nos hicimos buenos<br />
amigos. Esto dio pie a que aceptara una invitación <strong>para</strong> visitar su casa, situada<br />
en un barrio de uno de los cerros que rodea <strong>la</strong> ciudad. Le demostré<br />
mi temor de ir a su hogar y su respuesta fue:<br />
—No se preocupe Doc, yo seré su salvoconducto. Usted irá con el<br />
Quique, todos los chamos de <strong>la</strong> zona me conocen.<br />
Los pormenores de mi caminata hacia <strong>la</strong> casa de Quique no los voy<br />
a re<strong>la</strong>tar; primero un urólogo tendría que explicarme, <strong>la</strong> razón de <strong>la</strong><br />
facilidad con que <strong>la</strong>s glándu<strong>la</strong>s sexuales masculinas se ubican próximas<br />
a <strong>la</strong> nuez de Adán, en momentos de angustia y desesperación.<br />
Después de tantos sustos, llegamos a <strong>la</strong> casa de mi anfitrión. Mi<br />
sorpresa no menguó, al percatarme de <strong>la</strong> presencia de los seis hermanos<br />
más pequeños que Quique y de diferentes edades; estaban mirando una<br />
pelícu<strong>la</strong>, sentados frente a un televisor de veintiséis pulgadas. Me pude<br />
dar cuenta que poseían un moderno y costoso DVD; además, de un<br />
potente equipo de sonido. Mientras esto sucedía, <strong>la</strong> madre operaba una<br />
moderna máquina de coser industrial, trabajo que hacía <strong>para</strong> mantener<br />
<strong>la</strong> familia, debido a que <strong>la</strong> ausencia del padre era evidente. Se hicieron