Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
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una figura escultural, simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong>s tal<strong>la</strong>s de <strong>la</strong>s diosas helénicas que resguardan<br />
los templos sagrados, éstas <strong>la</strong>s había visto en los libros de historia<br />
universal de mi madre. Siempre me pregunté por mucho tiempo:<br />
“¿Qué vino hacer esta mujer a un burdel de carretera? ¿Qué decepción<br />
<strong>la</strong> trajo por estos <strong>para</strong>jes?” Creo que ni Dios, con toda su omnisciencia,<br />
tiene respuesta a muchas de <strong>la</strong>s interrogantes que alguno de los<br />
humanos le formulemos.<br />
«Así se presentó Pigalle <strong>para</strong> darle una nueva vida a El Paralelo.<br />
Cuando reflexiono sobre todo lo que me ocurrió, pienso que <strong>la</strong> francesita<br />
fue un instrumento del mal, una peregrina venida del otro <strong>la</strong>do del<br />
mar, de alguna esfera superior, con <strong>la</strong> finalidad de seducirme y tentarme<br />
<strong>para</strong> violentar <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s que como mandato divino regían El Paralelo.<br />
«Todo marchaba normal <strong>para</strong> los demás, menos <strong>para</strong> mí. Durante<br />
el día comencé a conversar con Pigalle, confirmándome de su rara<br />
mezc<strong>la</strong> genética. Me informó que había trabajado en París, en un sitio<br />
del que tomó su nombre “artístico”. Durante <strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas pláticas nos re<strong>la</strong>taría<br />
algo de su vida profesional. Fue así como con su lengua enredada,<br />
mezc<strong>la</strong> de español y francés, nos paseaba por los lugares interesantes de<br />
<strong>la</strong> Ciudad Luz. Nos comentaba sobre el Molino Rojo, del Lido, dos<br />
grandes cabarets. Nos describió <strong>la</strong> torre Eiffel y el Arco de Triunfo; nos<br />
llevó de compras por los Campos Elíseos y por los barrios más elegantes,<br />
como Saint Germain, Montmaitre y Montparnase. A Isadora,<br />
le comentó sobre los excelentes espectáculos en el Teatro de <strong>la</strong> Ópera y<br />
de los grandes bai<strong>la</strong>rines que mostraban su arte en <strong>la</strong>s diferentes sa<strong>la</strong>s de<br />
París. Su gran capacidad <strong>para</strong> describir los objetos y situaciones, nos<br />
permitió a los tres tomados de <strong>la</strong> mano, realizar un viaje virtual, comiendo<br />
y bebiendo en los mejores bistró y bares de <strong>la</strong> gran ciudad.<br />
«Durante <strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas conversaciones que los tres sosteníamos, <strong>la</strong><br />
observaba con detenimiento. Disfrutaba de su belleza, advertí que de <strong>la</strong><br />
profunda mirada, proveniente de sus bellos ojos azules, hurgaba en <strong>la</strong><br />
profundidad de mi ser. Tuvo <strong>la</strong> gloria de hacerme sentir como jamás lo<br />
había hecho mujer alguna. Estaba seguro que Pigalle era de otra ga<strong>la</strong>xia,<br />
enviada a <strong>la</strong> Tierra con <strong>la</strong> única finalidad de desquiciarme y de esta manera,<br />
estuve tentado a romper con el mandamiento de <strong>la</strong> madama ¿y qué<br />
puedo decir cuando <strong>la</strong> bel<strong>la</strong> francesita, con su voz melosa <strong>la</strong> escuchaba<br />
l<strong>la</strong>marme: mon chéri? En ese momento, toda su miel se regaba sobre<br />
mi cuerpo totalmente empa<strong>la</strong>gado; creo que a punto de un deliquio.<br />
JONNJ<br />
Candilejas en El Paralelo