Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
de crecer bajo un régimen de libertades individuales, donde que se resaltaban<br />
los grandes valores de <strong>la</strong> familia, como <strong>la</strong> célu<strong>la</strong> fundamental<br />
de <strong>la</strong> sociedad.<br />
Como se ve, me encontraba dentro de una parente<strong>la</strong> y un hogar<br />
que, cuando mi padre llegaba borracho se hacía lo que él decía. Soportando<br />
<strong>la</strong> manía de mi madre, <strong>la</strong>s enfermedades imaginarias y <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>crianzas<br />
de <strong>la</strong> consentida de <strong>la</strong> familia.<br />
Al poco tiempo de nacido, creo que fue en <strong>la</strong> época de neonato,<br />
según escuché alguna vez a mi progenitor, me bautizaron con el<br />
nombre de un santo que nunca fue de mi agrado. Al poco tiempo de ver<br />
por primera vez <strong>la</strong> luz, estaba dentro de <strong>la</strong> estadística de una religión,<br />
cuyos misterios desconocía y nunca comprendí. Mi predecesor inmediato<br />
decía que, con esto se fortalecía <strong>la</strong> moral de <strong>la</strong> familia, es decir<br />
dentro de <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> caridad y <strong>la</strong> moral cristiana. Desde el momento de<br />
recibir el sacramento debía cumplir con los mandamientos y los preceptos<br />
religiosos que imponía esta creencia. Como se notará, estaba<br />
preparándome cada día mejor <strong>para</strong> el ejercicio de mi libertad individual,<br />
bajo un régimen democrático.<br />
Como había que cumplir con los mandatos religiosos, mis progenitores,<br />
obligaban a los hermanos (mi hermana y yo) a frecuentar <strong>la</strong> iglesia<br />
todos los domingos, con <strong>la</strong> finalidad de escuchar <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra alentadora<br />
del párroco quien, cuando estaba con el gobierno hab<strong>la</strong>ba muy bien del<br />
presidente de turno, pero si estaba mal, despotricaba del régimen. De<br />
igual manera, el hombre de Dios nos hab<strong>la</strong>ba de <strong>la</strong>s bondades de <strong>la</strong> fe y<br />
el temor que debíamos sentir si pecábamos de hecho o pensamiento, ya<br />
que con eso despertaríamos <strong>la</strong> ira del santísimo. Recuerdo que mi madre,<br />
mujer piadosa, durante cierto tiempo nos obligaba, a mi hermana y<br />
a mí, a confesarle al cura los posibles pecados <strong>para</strong> que él nos absolviera<br />
por medio de <strong>la</strong> penitencia. De esta forma nos liberaba de <strong>la</strong>s tentaciones<br />
del dios de <strong>la</strong> oscuridad. Por tal procedimiento incompresible <strong>para</strong><br />
ambos, asegurábamos a nuestra alma un pase de por vida al <strong>para</strong>íso<br />
terrenal, al <strong>la</strong>do de los serafines y San Pedro. Tengo presente algunas<br />
pa<strong>la</strong>bras que cierta vez, desde el púlpito, profirió el vicario del Señor, a<br />
quien recuerdo todavía con el solideo:<br />
—Los que conversan con Dios están más cerca del cielo y por lo<br />
tanto no deben temerle ni a los truenos, ni a los relámpagos, ni a <strong>la</strong> fatalidad.<br />
Se sentirán cada día más libres. Recuerden que no hay más alegría<br />
en el cielo por <strong>la</strong>s lágrimas de un pecador arrepentido; no lo cambio<br />
JNROJ<br />
`ìÉåíçë é~ê~ Åçåí~ê