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Cuentos para contar - Editorial 'El perro y la rana'

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JNQTJ<br />

El mediático<br />

un prominente economista socialista hab<strong>la</strong>ndo sobre <strong>la</strong>s bondades del<br />

socialismo y <strong>la</strong> forma de acabar <strong>la</strong> pobreza que azota al mundo, inmediatamente<br />

me hacía socialista. Yo, en mi ignorancia absoluta sobre el<br />

tema, era incapaz de rebatir al augusto personaje. Pero si al día siguiente,<br />

en el otro canal entrevistaban a un eminente economista francés de tendencia<br />

capitalista, entonces advertía que el otro estaba equivocado; en<br />

ese momento me transformaba en un capitalista empedernido. Entonces<br />

venía y leía en <strong>la</strong> prensa algún artículo sobre <strong>la</strong>s bondades del socialismo,<br />

escrito por un destacado sociólogo alemán, de inmediato mi<br />

cerebro dictaba que el capitalista galo estaba errado, porque <strong>la</strong>s bondades<br />

del socialismo no salvarían al mudo de <strong>la</strong> pobreza. En verdad, un<br />

neófito como yo no resistía el bombardeo de tanta información. Es que<br />

esos hombres hab<strong>la</strong>ban con solidez profesional y muchas veces el hab<strong>la</strong>r<br />

bien convierte al malo en bueno.<br />

Después que pasó de moda el capitalismo y el socialismo —el<br />

mundo bipo<strong>la</strong>r no sirvió <strong>para</strong> nada—, los pobres siguieron siendo<br />

pobres y los ricos igual de ricos. Cayó el muro de Berlín y en <strong>la</strong> actualidad<br />

se hab<strong>la</strong> de neoliberalismo, de globalización, de movimientos ecológicos,<br />

de un mundo unipo<strong>la</strong>r y de mundo pluripo<strong>la</strong>r. Ahora tenía más<br />

<strong>para</strong> escoger: un día era un furibundo neoliberalista globalizado y al otro<br />

día, era un ecologista que caminaba por <strong>la</strong>s calles de Oslo con una pancarta<br />

protestando contra <strong>la</strong>s multinacionales, culpables de <strong>la</strong> pobreza y<br />

de los desastres ecológicos. Al mes siguiente, después de escuchar a un<br />

connotado neoliberal, defendía <strong>la</strong> administración de <strong>la</strong>s riquezas de un<br />

país por parte de <strong>la</strong> empresa privada. Luego que leía en <strong>la</strong> prensa un artículo<br />

de un ínclito militante del partido verde francés, caminaba con<br />

pancartas por <strong>la</strong>s calles de mi ciudad pidiendo los subsidios <strong>para</strong> los productos<br />

agríco<strong>la</strong>s. No sabía dónde estaba <strong>la</strong> verdad ni dónde <strong>la</strong> mentira,<br />

ya que el engaño a muchos aprovecha y <strong>la</strong> verdad, a muchos perjudica.<br />

Eso es con lo que respecta a los programas de opinión.<br />

Cuando leía en un periódico una crónica policial en otro, aparecía<br />

<strong>la</strong> misma noticia pero desvirtuada: si en uno decía quince muertos, en el<br />

otro decía cuarenta y dos. Un periódico informaba que en <strong>la</strong> reunión de<br />

un partido se produjo un incidente que le costó <strong>la</strong> vida a uno de los militantes<br />

y en otro, aparecía que <strong>la</strong> reunión aconteció sin ningún problema<br />

debido <strong>la</strong> madurez alcanzada por los militantes del partido. Si en un<br />

opúsculo se hab<strong>la</strong>ba de <strong>la</strong> fructuosa visita de un personaje del tercer<br />

mundo en algún país europeo, y yo, al buscar por Internet <strong>la</strong> misma

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