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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Señor: Si te dignas perdonar su pecado, perdónalo; si no, bórrame de tu libro 217 . Ahí bien<br />

claro queda su inefable caridad y misericordia. ¿Se tomó acaso de súbito cruel cuando, al<br />

descender de la montaña, mandó matar a tantos miles? Por consiguiente, considerad no<br />

sea debido a una cólera de Dios más terrible el que, después de tantas leyes dadas contra<br />

vosotros, no os haya hecho morir ningún emperador.<br />

¿O pensáis que vosotros no debéis ser comparados con el fratricida? Escuchad al Señor,<br />

que dice por el profeta: Desde donde sale el sol hasta donde se pone, mi nombre ha sido<br />

glorificado en las naciones, y en todo lugar se ofrece incienso y una oblación pura a mi<br />

nombre. Grande es mi nombre en las naciones, dice el Señor todopoderoso 218 . Con<br />

vuestras calumnias demostráis que tenéis envidia a este sacrificio de vuestros hermanos,<br />

sobre el cual Dios se complace, y si alguna vez oís que desde la salida del sol hasta el<br />

ocaso es alabado el nombre del Señor, que es el sacrificio vivo del cual se dijo: Ofrece a<br />

Dios un sacrificio de alabanza 219 , se abatirá tu semblante como el del homicida. Pero<br />

como no podéis destruir a todo el orbe, os hace reos el mismo odio, según dice Juan: Todo<br />

el que aborrece a su hermano es un homicida 220 . Y ¡ojalá que el inocente hermano caiga<br />

bajo las armas de vuestros circunceliones para acabar en la muerte, antes que en el poder<br />

de vuestra lengua para ser rebautizado!<br />

Cristo prefirió morir a matar<br />

LXXXVII. 192. Petiliano: "Os exhortamos, pues, si os dignáis oírnos de buen grado; y si<br />

no lo aceptáis así, os amonestamos: Jesucristo el Señor estableció para los cristianos no<br />

una forma de matar, sino de morir. Pues si él amara a los que se resisten tanto a morir,<br />

no hubiera querido recibir la muerte por nosotros".<br />

193. Agustín: ¡Ojalá vuestros mártires siguieran su ejemplo! No se precipitarían, como no<br />

lo hizo él cuando se lo sugirió el diablo. Y vosotros, cuando perseguís con falso testimonio<br />

a los nuestros, incluso ya difuntos, ¿de quién tomasteis este ejemplo? Al intentar<br />

deshonrarnos con las acusaciones de desconocidos, sin querer que os dañen a vosotros las<br />

malas acciones, tan conocidas de los vuestros, ¿de dónde recibisteis este modelo? Pero me<br />

parece demasiada soberbia enojarnos de lo que decís sobre nosotros cuando vemos que<br />

levantáis falso testimonio contra el mismo Señor, ya que prometió y cumplió que su<br />

Iglesia se extendería por todas las naciones, y vosotros le contradecís.<br />

Este ejemplo no lo habéis recibido ni siquiera de los mismos judíos, sus perseguidores:<br />

ellos persiguieron la carne de Cristo, que caminaba por la tierra; vosotros perseguís el<br />

Evangelio del que está sentado en el cielo. Este Evangelio soportó las llamas de los reyes<br />

crueles con más tranquilidad que aguanta vuestras lenguas; pues con los incendios de<br />

aquéllos se mantuvo la unidad, unidad que no pudo permanecer al hablar vosotros. Los<br />

que deseaban fueran abolidas las palabras del Señor por el fuego, no creían que pudieran<br />

ser leídas y menospreciadas. A buen seguro que ellos no hubieran empleado sus llamas<br />

contra el Evangelio si vosotros les hubierais prometido vuestras lenguas contra el mismo.<br />

En aquella persecución unos buscaban furiosos el Evangelio de Cristo, otros lo entregaban<br />

por miedo; unos arrebatándolo lo quemaban, otros lo escondían por amor; lo atacaban sin<br />

oposición alguna. Pasada la persecución de los paganos, os reservasteis el modo más cruel<br />

de persecución: los que perseguían el nombre de Cristo, no creían en Cristo; los que<br />

tienen el honor de llevar el nombre de Cristo, contradicen a Cristo.<br />

Quien se sirve de la espada, a espada morirá<br />

LXXXVIII. 194. Petiliano: "Aquí tenéis la prueba más concluyente de que al cristiano no le<br />

está permitido tomar parte en la muerte del prójimo. Pedro es el que nos suministra las<br />

primeras pruebas de esta materia, como está escrito: Pedro hirió la oreja de un criado del<br />

jefe de los judíos y se la cortó. Jesús le dijo: Pedro, vuelve tu espada a la vaina. Quien<br />

toma la espada, a espada morirá".<br />

195. Agustín: ¿Por qué no usáis esas palabras para atajar las armas de los circunceliones?<br />

¿Pensáis que excedéis los límites del Evangelio si dijerais: "Quien se sirve del látigo, por el<br />

látigo morirá". Perdonadme, pues: nuestros antepasados pudieron impedir la acción de los<br />

que precipitaron a Márculo, acto del que vosotros os quejáis. Pero tampoco está escrito en<br />

el Evangelio: "El que envía al precipicio a otro, morirá él mismo en el precipicio". Y ¡ojalá<br />

que como esos hechos o son falsos o han pasado ya, así dejen ya de existir los garrotes de<br />

éstos!

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