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SAN AGUSTIN. OBRAS

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para no resultar gravosos a ninguno de vosotros, os predicábamos el Evangelio de Dios.<br />

Vosotros y Dios sois testigos de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos<br />

con quienes abrazasteis la fe. Del mismo modo sabéis cómo, igual que un padre a sus<br />

hijos, exhortábamos a cada uno de vosotros y os alentábamos conjurándoos a<br />

comportaros dignamente con Dios, ,que os llamó a su reino y a su gloria. Por eso, también<br />

nosotros damos incesantemente gracias a Dios porque, cuando recibisteis de nosotros la<br />

palabra de Dios, la escuchasteis no como palabra de hombre, sino como auténtica palabra<br />

de Dios, que obra en vosotros, los que creéis. Pues vosotros, hermanos, os habéis<br />

convertido en imitadores de las iglesias de Dios, en Cristo Jesús, existentes en Judea,<br />

porque también vosotros habéis sufrido de vuestros conciudadanos las mismas<br />

persecuciones que ellos por parte de los judíos" 896 .<br />

Y en otro pasaje: "Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús a<br />

que os comportéis del modo que habéis oído de nosotros, como conviene comportaros y<br />

agradar a Dios -tal como estáis comportándoos-, para que progreséis en vuestra<br />

perfección. Pues ya sabéis los preceptos que os hemos dictado en nombre del Señor Jesús.<br />

Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación;<br />

que cada uno de vosotros sepa guardar el vaso de su cuerpo con santidad y honra, no con<br />

pasión libidinosa, como gentiles que desconocen a Dios; que nadie se propase ni tienda<br />

asechanzas a su hermano en nada, porque Dios es vengador de todos estos pecados,<br />

como ya os hemos dicho y testimoniado. Pues no nos ha llamado Dios a la liviandad, sino<br />

a la santificación. Por lo tanto, quien desprecia estos preceptos no está despreciando al<br />

hombre, sino a Dios, que también os concedió su Espíritu Santo. Respecto a la caridad, no<br />

es preciso que os escribamos, pues Dios os ha enseñado que os améis los unos a los<br />

otros; por otro lado, así lo estáis practicando con todos los hermanos que viven por toda<br />

Macedonia. Sin embargo, hermanos, os encarecemos que abundéis en ello y os esforcéis<br />

más; que seáis afables; que desempeñéis vuestras labores y trabajéis con vuestras<br />

manos, como os hemos enseñado, para que os comportéis honradamente ante quienes<br />

nos son extraños y no necesitéis nada de nadie. Tampoco deseamos, hermanos, que<br />

ignoréis la suerte de quienes han muerto, para que no os entristezcáis como quienes no<br />

tienen esperanza" 897 .<br />

Unos versículos después: "Por tanto, no nos durmamos como los otros, sino<br />

mantengámonos vigilantes y sobrios. Pues quienes duermen, de noche duermen; y<br />

quienes se embriagan, de noche de embriagan. Ahora bien, nosotros, que somos hijos del<br />

día, mantengámonos sobrios, revestidos con la coraza de la fe y de la caridad, y con el<br />

yelmo que es la esperanza en la salvación. Porque Dios no nos ha destinado a la ira, sino a<br />

alcanzar la salvación mediante nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, de modo<br />

que, ya velemos, ya durmamos, vivamos unidos a Él. Por eso, consolaos unos a otros, y<br />

daos mutuamente ejemplo, como lo estáis haciendo" 898 . "Os rogamos, hermanos, que<br />

reconozcáis a quienes se afanan entre vosotros, están al frente vuestro en nombre del<br />

Señor y os aconsejan, para que los tengáis en el mayor aprecio por la labor que<br />

desarrollan. Vivid en paz con ellos. Asimismo, os rogamos, hermanos, que amonestéis a<br />

los impacientes, consoléis a los desalentados, sostengáis a los débiles, mostrándoos<br />

pacientes con todos. Procurad que ninguno devuelva a nadie mal por mal; al contrario, en<br />

todo momento practicad el bien mutuamente y hacia todos. Estad siempre contentos; orad<br />

sin interrupción; dad gracias en toda circunstancia. Tal es la voluntad de Dios en Cristo<br />

Jesús para todos vosotros. No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Catad<br />

lo todo, pero quedaos sólo con lo bueno. Alejaos incluso de toda apariencia de mal" 899 .<br />

XXXVII. De la segunda epístola a los Tesalonicenses.<br />

"Debemos en todo momento dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno,<br />

porque vuestra fe se acrecienta, y porque el amor de cada uno de vosotros hacia el<br />

prójimo se hace desbordante. Y ello hasta tal punto que nos gloriamos de vosotros en las<br />

iglesias de Dios por vuestro aguante y vuestra fe en todas las persecuciones y<br />

tribulaciones que padecéis, soportándolas como prueba del justo juicio de Dios, para ser<br />

considerados dignos del reino de Dios, por el cual os sometéis a prueba, si realmente<br />

resulta justo a los ojos de Dios recompensar con tribulaciones a quienes os atribulan;<br />

mientras que a vosotros, que estáis atribulados, se os recompensa con el descanso en<br />

compañía nuestra el día en que tenga lugar la manifestación del Señor Jesús descendiendo<br />

del cielo acompañado de los ángeles de su poderío y con las llamas de su fuego, tomando<br />

venganza sobre aquellos que desconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro<br />

Señor Jesucristo. Esos recibirán su castigo en la perdición eterna alejados de la presencia

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