09.05.2013 Views

SAN AGUSTIN. OBRAS

SAN AGUSTIN. OBRAS

SAN AGUSTIN. OBRAS

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

santos varones del mundo cristiano no han enseñado siempre, contrariamente a vuestra<br />

doctrina, que los niños al nacer son culpables por el pecado del primer hombre? ¿No queda<br />

esto bien probado por el testimonio de todos los santos y sabios doctores ya citados? Creo<br />

reconoces ya cuánto te has engañado sobre tus sentimientos, si es que no obras con dolo<br />

y finges ignorar lo que sabías. Pero quiero tener de ti buena opinión, y si ahora, por vez<br />

primera, conoces lo que han aprendido y enseñado tantos santos, que es lo que nosotros<br />

hemos aprendido y enseñado también, sobre el pecado original, esto es, que los niños al<br />

nacer contraen la mancha del pecado, que sólo se puede borrar por la regeneración<br />

espiritual, cambia de parecer; sepulta en el olvido tu fatal error, o más bien furor, con el<br />

que tratas ignominiosamente de maniqueos a Padres tan ilustres de la Iglesia. Y si por<br />

ignorancia lo has hecho, ¿por qué no condenas tu ignorancia? Y si lo hiciste con todo<br />

conocimiento, ¿por qué no abjuras tu sacrílega audacia?<br />

30. Quedas, pues, derrotado en todos los terrenos. Los numerosos testimonios de los<br />

santos son más claros que la luz. Medita en qué asamblea te he introducido. Este es<br />

Ambrosio obispo de Milán, al que colmó de elogios tu maestro Pelagio cuando escribe: "En<br />

sus escritos brilla rutilante la fe romana, bella flor entre los escritores latinos, y al que ni<br />

sus mismos enemigos osan atacar en su fe y en su sentir ortodoxo al explicar las<br />

Escrituras". Este es Juan de Constantinopla, al que en esta obra que ahora refuto colocas<br />

en el catálogo de los santos y sabios. Este es Basilio, que aducido fuera de lugar, creías<br />

podía favorecerte. Y éstos son todos los demás, cuyo voto unánime debiera emocionarte y<br />

convencer.<br />

No es ésta, como con lengua maldiciente dices, "una conspiración de hombres perversos".<br />

Todos han brillado en el cielo de la Iglesia por sus escritos, repletos de sana doctrina.<br />

Todos, vestidos con coraza espiritual, lucharon aguerridos contra la herejía. Cumplieron<br />

con fidelidad sus trabajos de siembra y se durmieron en el regazo de la paz. "Uno solo -<br />

dices-, y éste soy yo, se adelanta para sostener, en solitario, el peso del combate". Pero la<br />

verdad es que no estoy solo; todos estos santos e ilustres doctores te responden por mí y<br />

conmigo, en interés de tu salvación, si eres hombre sensato y sabio, y la de todos<br />

nosotros.<br />

31. No te oponemos, como calumnias, sólo "el rumor del pueblo", si bien es cierto que el<br />

pueblo murmura de vosotros, porque la cuestión que nos ocupa no escapa a su<br />

conocimiento. Ricos y pobres, señores y esclavos, doctos e indoctos, hombres y mujeres,<br />

todos saben qué es lo que se perdona en el sacramento del bautismo, en cualquier edad<br />

que se reciba. Por eso, las madres, en todos los cuadrantes del mundo, se apresuran a<br />

llevar a sus hijos no sólo a Cristo, es decir, al Ungido, sino a Cristo Jesús, esto es, a Cristo<br />

Salvador. Además, la asamblea de los santos en la que te he introducido no es una<br />

muchedumbre del pueblo, sino de hijos y Padres de la Iglesia. Son del número de aquellos<br />

de quienes se dice: En lugar de padres, tendrás hijos; los harás príncipes sobre toda la<br />

tierra 30 . Son todos hijos de la Iglesia, de la que aprendieron estas verdades; y se hicieron<br />

padres para enseñarlas.<br />

32. ¿Por qué te jactas gozoso de que esta verdad, que tú llamas error o que deseas se<br />

considere como tal, no encuentra defensor alguno "entre una gran multitud de<br />

hombres?" ¡Como si fuera cosa baladí el consenso de una multitud extendida por toda la<br />

tierra que reconoce esta verdad, fundada en el sólido y firme cimiento de la fe! Y si con<br />

insistencia exiges te cite autores, ilustres por su doctrina, que hayan consignado por<br />

escrito su saber, he aquí una junta memorable y digna de veneración de los defensores de<br />

la fe. San Ireneo afirma que por la fe y la cruz de Cristo se curan las heridas causadas por<br />

la serpiente y que todos estamos encordelados al pecado del primer hombre. Dice San<br />

Cipriano que el niño perece si no es bautizado, aunque en el bautismo no se le perdonan<br />

pecados personales, sino ajenos. Y el bienaventurado Reticio habla de un despojarnos del<br />

hombre viejo por el baño de la regeneración en el que no sólo se nos perdonan los<br />

pecados antiguos, sino también los que traemos al nacer. El pecado del primer hombre,<br />

dice San Olimpio, se comunica a sus descendientes, de suerte que, cuando venimos al<br />

mundo, traemos con nosotros el pecado. Es San Hilario el que afirma que toda carne viene<br />

del pecado, y sólo no tuvo pecado aquel que vino al mundo en semejanza de la carne de<br />

pecado. Y el que dijo: He sido concebido en la iniquidad 31 , nació bajo la ley del pecado y<br />

es hijo del pecado. Los niños bautizados se ven, dice San Ambrosio, libres de mal y les<br />

restituye la dignidad de su primitiva naturaleza. Entre los nacidos de mujer, dice también,<br />

sólo el Señor Jesús quedó exento del contagio del pecado por su concepción inmaculada.<br />

Todos, añade, morimos en Adán, porque por un hombre entró en el mundo el pecado, y su

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!