09.05.2013 Views

SAN AGUSTIN. OBRAS

SAN AGUSTIN. OBRAS

SAN AGUSTIN. OBRAS

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

discurso y progreso de estas dos ciudades de que<br />

tratamos.<br />

El primero que nació de nuestros primeros padres fue Caín, que<br />

pertenece a la ciudad de los hombres, y después Abel,<br />

que pertenece a la ciudad de Dios; pues así como en el primer hombre,<br />

según expresión del apóstol, «no fue primero lo<br />

espiritual, sino lo animal, y después lo espiritual» (de donde cada<br />

hombre, naciendo de raíz corrompida primero es fuerza que<br />

por causa del pecado de Adán sea malo y carnal, y si renaciendo en<br />

Cristo le cupiere mejor suerte, después viene a ser bueno<br />

y espiritual), así en todo el linaje humano, luego que estas dos<br />

ciudades, naciendo y muriendo, comenzaron a discurrir, primero<br />

nació el ciudadano de este siglo, y después de él el que es peregrino<br />

en la tierra y que pertenece a la Ciudad de Dios predestinado<br />

por la gracia, elegido por la gracia y por la gracia<br />

peregrino en el mundo, y por la gracia ciudadano del cielo.<br />

En cuanto a su naturaleza, nació de la misma masa, que originalmente<br />

estaba toda inficcionada y corrompida; pero Dios,<br />

«como insigne alfarero (esta semejanza trae muy a propósito el<br />

Apóstol), hizo de una misma masa un vaso destinado para<br />

objetos de estimación y aprecio, y otro para cosas viles».<br />

Sin embargo, primeramente se hizo el vaso para destinos humildes y<br />

despreciables, y después el otro para los preciosos<br />

y grandes; porque aun en el mismo primer hombre, como insinué,<br />

primero es lo réprobo y malo, por donde es indispensable<br />

que principiemos, y en donde no es necesario que nos quedemos; y<br />

después es lo bueno, adonde, aprovechando<br />

espiritualmente, lleguemos, y en donde, llegando, nos quedemos.<br />

Por lo cual, aunque no todo hombre malo será bueno, no obstante,<br />

ninguno será bueno que no haya sido malo; pero<br />

cuanto más en breve se mude en mejor, más pronto conseguirá que le<br />

nombren con el dictado de aquello que alcanzó, y con el<br />

nombre último encubrirá el primero.<br />

Así que dice la Sagrada Escritura dé Caín que fundó una ciudad; pero<br />

Abel, como peregrino, no la fundó, porque la<br />

ciudad de los santos es soberana y celestial, aunque produzca en la<br />

tierra los ciudadanos, en los cuales es peregrina hasta que<br />

llegue el tiempo de su reino, cuando llegue a juntar a todos,<br />

resucitados con sus cuerpos, y entonces se les entregará el reino<br />

prometido, donde con su príncipe, rey de los siglos, reinarán sin fin<br />

para siempre.<br />

CAPITULO II<br />

De los hijos de la carne y de los hijos de promisión<br />

Sombra de esta ciudad e imagen profética, más para significárnosla<br />

que para ponerla y hacérnosla realmente presente,<br />

fue la que existió en la tierra cuando convino que se designase y<br />

llamase también ciudad santa, por razón de la imagen que<br />

significa, y no de la verdad, como ha de llegar a ser.<br />

De esta sombra o imagen que decimos, y de aquella ciudad libre, que<br />

representa, dice el Apóstol de este modo<br />

escribiendo a los gálatas: «Respondedme: ¿los que queréis vivir<br />

debajo de la ley, no habéis oído lo que dice la ley?» Según<br />

refiere la Sagrada Escritura, Abraham tuvo dos hijos, el uno tenido<br />

de una esclava, y el otro, de su mujer legítima y libre; pero el<br />

tenido de la esclava nació según la carne, esto es, según el curso<br />

natural sin milagro o promesa, de joven y fecunda, y él nació<br />

de la mujer libre contra el curso ordinario de la naturaleza, nació<br />

de vieja y estéril por virtud de la divina promesa, lo cual<br />

debemos entender, no sólo literalmente, sino también espiritual y<br />

alegóricamente.<br />

Veamos, pues, qué nos quieren dar a entender en sentido alegórico las<br />

dos madres y los dos hijos: las dos madres,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!