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SAN AGUSTIN. OBRAS

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más de él; porque cuando murió al pecado, murió una sola vez; en cuanto vive, vive para<br />

Dios. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo<br />

Jesús 221 . Como Cristo, dijo, murió una sola vez al pecado, es decir, murió una vez sola<br />

por nuestros pecados y ya no muere más, sino que vive para gloria de Dios; así vosotros,<br />

consideraos muertos al pecado, pero vivos para servir en la práctica de las virtudes".<br />

Ag.- ¡Oh admirable explicación! Cristo murió, dice el Apóstol, al pecado; tú dices que esto<br />

significa que murió por nuestros pecados. Luego cuando dice: Así también vosotros<br />

consideraos muertos al pecado, ¿es preciso entender consideraos muertos por vuestros<br />

pecados? No es precisamente lo que en este pasaje dice; tú mismo no lo entiendes así,<br />

pues reconoces que los muertos al pecado no viven para el pecado. Prueba, pues, que<br />

Cristo murió al pecado, para no creer haya inconsideradamente dicho el Apóstol: Así<br />

vosotros. Murió, sí, al pecado, pero para borrar nuestros pecados. No teniendo Cristo<br />

pecado alguno, ni original ni personal, ¿cómo pudo morir al pecado, sino porque la<br />

semejanza tomó el nombre de la realidad a la que se asemejaba? Cristo vino, lo sabemos,<br />

en semejanza de carne de pecado; vino en carne verdadera, pero no como los demás<br />

hombres, en carne de pecado; y murió en la semejanza de pecado que lleva en carne<br />

mortal; y realizó así el misterio de nuestra redención para que nosotros muramos al<br />

pecado, cuya semejanza él vistió; por eso somos bautizados en su muerte; porque así<br />

como él murió de verdad, así nosotros recibimos de verdad el perdón de nuestros<br />

pecados. Pero se incluyen entre éstos los niños. Todos los que hemos sido bautizados en<br />

Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte. No somos bautizados en Cristo, de<br />

manera que algunos sean bautizados en su muerte, y otros no son bautizados en su<br />

muerte; sino que, como dice aquel por cuya boca hablaba el mismo Cristo: Todos los que<br />

hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte.<br />

Consecuencia, todos los bautizados en Cristo Jesús mueren al pecado. Si todos, también<br />

los niños. Pero ¿a qué pecado mueren los niños? Confiesa la generación para no negar la<br />

regeneración. Reconoce en los niños una carne de pecado, para no negar que murió por<br />

ellos la carne a semejanza de carne de pecado.<br />

Concupiscencia, pecado<br />

226. Jul.- "¿Dónde encuentras tú aquí una acusación contra la naturaleza? ¿Dónde se<br />

habla de una culpa original de la naturaleza humana? ¿Dónde se condenan los actos<br />

inherentes a la generación? Es más claro que la luz que el Maestro de los gentiles se dirige<br />

siempre a la voluntad del hombre para que no se deje envolver por pasiones secretas y<br />

viciosas 222 , y progrese hacia una vida mejor mediante la rectitud de sus actos.<br />

Resumamos ya los diversos temas de nuestra exposición y dejemos ahora el comentario a<br />

las palabras del Apóstol en estos pasajes. Oigámosle explicar su pensamiento. Al final de<br />

su discusión se verá que armoniza con la fe o dogma. Nosotros decimos: que habla el<br />

Apóstol de un pecado voluntario, cometido por cada uno; tú quieres, al contrario, basado<br />

en la autoridad de Fausto, se trate de un pecado transmitido por generación y heredado<br />

por todos sin su consentimiento.<br />

Hagamos, si te place, un alto en nuestra discusiones; por mi parte, para discurrir con<br />

moderación, olvidaré por un instante la autoridad del Apóstol, autoridad que por sí sería<br />

suficiente para probar que, aunque las palabras estuvieran de acuerdo con vosotros, no<br />

pueden albergar ideas tan contrarias a la razón. Hay, sí, cierta ambigüedad en sus<br />

palabras, pero ninguna perversidad en su doctrina. Concedamos, en este momento, que<br />

una inteligencia tan serena y lúcida comprende mejor que tú lo que escribe. No reine, dice,<br />

el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que le obedezcáis 223 .<br />

Podía decir ya, por el testimonio de esta exhortación, que habla el Apóstol de pecados<br />

voluntarios, porque si estos males fueran naturales, no podían ser con justicia castigados;<br />

o, en última instancia, se nos podía exhortar a implorar el perdón con lágrimas, pero no a<br />

evitarlos. Todo el que este mal natural quiera evitar, si existe, caería en una locura mayor<br />

que cualquier mal. No sanciona el Apóstol lo que la razón rechaza. Luego es el pecado<br />

voluntario el que se nos inculca evitar".<br />

Ag.- ¿Quién ignora que el Apóstol no habla a los niños, sino a los que pueden comprender<br />

sus palabras, y, con la ayuda de la gracia de Dios, observar sus preceptos? Sin embargo,<br />

los padres pueden actuar en sus hijos de manera que al crecer, con el uso de la razón,<br />

produzcan frutos de obediencia y no reciban en vano la gracia de Dios que recibieron 224 ,<br />

sin saberlo, cuando fueron regenerados. Mas tu bella protegida, odiosa a cuantos la

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