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SAN AGUSTIN. OBRAS

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forzado a decir que el bautizado debía examinar al bautizante y el bautizante al bautizado,<br />

e intentó confirmar esto con el ejemplo de Juan, por si se topaba con oyentes o muy<br />

descuidados o muy ignorantes; así adujo otros testimonios de la Escritura que no vienen a<br />

cuento: como lo que le dijo el eunuco a Felipe: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea<br />

bautizado? 44 Porque sabía, dice, que los descarriados están impedidos; y también el que<br />

Felipe no prohibió que fuera bautizado, porque había probado por la lectura que creía en<br />

Cristo, como si lo hubiera prohibido a Simón Mago; y lo mismo el que los profetas<br />

temieron ser engañados por un falso bautismo, y por eso dijo Isaías: Agua falaz en la que<br />

no se puede confiar 45 , dando a entender que entre los infieles el agua es mendaz; en<br />

realidad no fue Isaías, sino Jeremías, quien dijo esto de los hombres mentirosos, llamando<br />

figuradamente agua al pueblo, lo cual se ve clarísimamente en el Apocalipsis. Así como<br />

también adujo lo que dijo David: El óleo del impío jamás ungirá mi cabeza 46 , palabras<br />

dichas de la adulación del lisonjeador que con alabanza engañosa pretende engañar al<br />

lisonjeado para que se engría en su orgullo. Este es el sentido que nos descubren las<br />

palabras que preceden en el mismo salmo: Me corregirá el justo en su misericordia y me<br />

reprenderá; mas el óleo del impío jamás ungirá mi cabeza 47 . ¿Hay algo más claro y<br />

evidente que esta frase? El profeta prefiere ser argüido misericordiosamente por la áspera<br />

reprensión del justo para sanar a ser ungido con las suaves caricias del adulador para<br />

hincharse de orgullo.<br />

También 1Jn 4, 1<br />

XXXIV. 39. Recuerda Petiliano que también el apóstol Pablo amonestó que no se crea a<br />

todo espíritu, sino que se examine si los espíritus son de Dios, como si se usara esta<br />

diligencia para separar ahora, antes de tiempo, el grano de la paja, y no más bien para<br />

que no sea engañado el grano por la paja; o como si cuando un espíritu mendaz dice algo<br />

verdadero, hubiera que negarlo porque lo dijo un espíritu reprochable. El pensar esto sería<br />

tan demencial como pretender que Pedro no debió decir: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios<br />

vivo 48 , porque los demonios habían dicho algo semejante.<br />

Por consiguiente, administrado por un inicuo o por un justo, no es otra cosa que el<br />

bautismo de Cristo. El hombre prudente y verdadero fiel debe evitar la iniquidad del<br />

hombre, no condenar el sacramento de Dios.<br />

40. En todas estas disquisiciones nada ciertamente contesta Petiliano a la cuestión: Si se<br />

ha de tener en cuenta la conciencia del que lo da dignamente para que purifique la del que<br />

lo recibe, ¿cómo va a purificarse quien recibe el bautismo cuando está manchada la<br />

conciencia del que lo da e ignora esto el que va a recibirlo?<br />

Un colega suyo de Thubursicu Bure, cierto Cipriano, fue sorprendido en un lupanar con una<br />

mujer licenciosa, llevado a Primiano de Cartago y condenado. Cuando bautizaba éste antes<br />

de ser descubierto y expulsado no tenía ciertamente la conciencia del que administra<br />

dignamente, de suerte que purificara la del que lo recibía. ¿Cómo fueron purificados<br />

quienes después de su condenación no son bautizados de nuevo? No era necesario haber<br />

nombrado al culpable si no fuera para que no viniera luego Petiliano diciéndonos: "¿Quién<br />

es éste y de dónde salió?"<br />

¿Por qué los vuestros no examinaron a este bautizante como Petiliano examinó a Juan con<br />

esa intención? ¿O acaso lo examinaron y tardaron tanto en descubrirlo, ocultándose con<br />

redomada simulación?<br />

La traición de Judas y la universalidad de la Iglesia, profetizadas<br />

XXXV. ¿No era acaso mentirosa su agua o no es el óleo del fornicario el óleo del pecador?<br />

O ¿acaso, como dice la Católica y es verdad, aquella agua y aquel óleo no eran de quien<br />

administraba, sino de aquel cuyo nombre se invocaba allí? ¿Por qué los que eran<br />

bautizados por este simulador y pecador oculto no examinaban su espíritu, pues no era de<br />

Dios? El Espíritu Santo que nos educa huye de la doblez. ¿O acaso huía de aquél y no<br />

abandonaba sus sacramentos aunque administrados por él?<br />

En resumen, como no podéis negar que han sido purificados aquellos que no os preocupáis<br />

de purificar después de ser condenado aquél, ved si Petiliano, ofuscado con tales<br />

nebulosidades, responde en algún lugar cómo fueron purificados éstos, si se ha de tener<br />

en cuenta la conciencia del que lo da para que purifique la del que lo recibe, conciencia

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